Ciencias Administrativas, Teoría
y Praxis
Num.
2 Año 12, Julio-Diciembre 2016, pp. 284-307
Composición
por género del consejo de administración de empresas familiares
españolas e influencia en las preferencias
por el riesgo de la firma
Gender composition
of board of directors in Spanish family firms and its influence on corporate’s risk preferences
Mercedes
Redondo-Cristóbal*, Francisco
Javier Jimeno-de-la-Maza**
Resumen
Basándonos en la premisa
de la inclinación de las empresas
familiares hacia el objetivo
de la preservación del negocio, en el presente trabajo se analiza empíricamente,
a partir de una muestra que comprende
cerca de mil firmas familiares españolas, si la composición demográfica por género del consejo de
administración afecta a las decisiones de estructura financiera corporativa. De acuerdo a la aproximación teórica
a la que se ha recurrido,
y conforme a las evidencias encontradas por la literatura previa, nuestras expectativas apuntan a que una mayor participación de mujeres en el consejo
se ha de corresponder con una propensión de
la firma hacia estrategias de mantenimiento de
solvencia, en detrimento del endeudamiento. Los resultados
obtenidos con el análisis efectuado verifican la hipótesis de que una mayor
proporción de consejeras se asocia con un mayor
conservadurismo financiero y con menor preferencia por el riesgo.
Palabras clave: empresa familiar, diversidad,
género, riesgo.
Abstract
Considering the premise
that many family
firms tend to exhibit
preferences towards the goal
of preserving the business, in this work we conduct an empirical analysis
focused on the relationship between gender composition
of
the board of directors and corporate financial decisions.
According both to the theoretical approach and
also previous literature
we are dealing herein, we expect that greater representation of women taking
seats on board of directors would lead to the firm to show a propensity of corporate
strategies
oriented
to an increase of liquidity and a decrease of leverage. Using a
sample containing about a thousand Spanish family firms, our
results confirm those propositions which suggest that the higher proportion of
women directors is associated with the
more financial conservatism and with the less appetite
for risk.
Keywords: family firm, diversity, gender,
risk.
Clasificación JEL: G32, J16, M14
Introducción
La
investigación organizacional ha mostrado en los últimos
años un creciente interés por los temas relativos a las empresas
familiares de pequeñas y medianas dimensiones, que se ha manifestado no solamente en el número
de contribuciones a la literatura, sino también en la
expansión del abanico de temas
tratados y en su
proyección hacía múltiples áreas disciplinares.
Lo cierto es que hoy en día hay un amplio reconocimiento en relación con el
hecho de que las empresas familiares, esto es, aquellas en las que
propiedad y control se concentran en individuos que pertenecen a
una misma familia, tienen una indiscutible importancia en
* Doctora en Ciencias Económicas y
Empresariales, Profesora
en la Facultad de Ciencias del Trabajo, Universidad de Valladolid, E-mail: mredondo@efc.uva.es
** Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, Investigador, E-mail: jjimeno@efc.uva.es
Artículo recibido: 29 de febrero de 2016
Artículo aceptado: 27 de julio de 2016
la
economía y el empleo de muchas naciones. A este respecto, baste señalar que, de acuerdo a los datos publicados en un estudio
efectuado por el Instituto de la Empresa
Familiar (IEF) de España, se considera que en el año 2015 eran
familiares el 89% de las empresas españolas (IEF & Red de Cátedras de Empresa Familiar,
2016),
siendo éste el ámbito territorial en el que concentra su foco de atención el presente
trabajo.
Entre los tópicos de los que habitualmente tratan los estudios académicos sobre empresa
familiar se encuentran múltiples cuestiones
que se hallan directamente relacionadas con el gobierno
corporativo. En este sentido, una vez superada la etapa fundacional, y
cuando ya se ha alcanzado una cierta complejidad organizacional, no parece
factible que la firma familiar se maneje únicamente mediante un recurso sistemático a una implicación activa de los miembros de la familia en todos los aspectos del
negocio, incluyendo a aquellos relativos a la gobernanza, por lo que llega un
momento en que
estas empresas precisan de estructuras de gobierno que
cuenten con una cierta formalización y con un grado de profesionalización
equiparable al de cualquier otra compañía.
Además, se ha de tener en
cuenta que una
frecuente singularidad que es común a los negocios familiares es la
de mostrar una acentuada vocación de continuidad y de preservación a largo
plazo del proyecto empresarial inicial, objetivo que requiere de modelos de
gobernanza apropiados para este tipo de entidades.
Asimismo, la composición de los consejos de administración se
ha convertido en
otra de las cuestiones que atrae una considerable atención en la
literatura sobre gobierno corporativo,
especialmente en lo
relativo a los potenciales
efectos que se
presupone que derivan de la diversidad demográfica que muestran sus
integrantes. Especial referencia ha de hacerse
a la diversidad de género
en los consejos, ya que en la actualidad se ha convertido en tema de debate no solamente
en la esfera académica, sino en otros planos sociales, lo que bien puede conectarse con
las preocupaciones
institucionales
que se han expresado en distintos países, como consecuencia de la todavía
generalizadamente escasa representación de mujeres consejeras que se viene observando en el mundo corporativo.
No obstante, y hasta donde conocemos, son escasas las
contribuciones a la literatura que se han ocupado de analizar el impacto de la
diversidad de género en el ámbito concreto de
los consejos de administración de empresas
familiares. Por este motivo, nuestro trabajo pretende extender las aportaciones
que nos preceden efectuando un análisis empírico que pretende comprobar si el
grado de presencia de consejeras en una firma familiar se encuentra relacionado con el conservadurismo que exhibe la empresa a la
hora de definir su estructura de recursos financieros.
De acuerdo a esta idea, y aplicando modelos de regresión múltiple,
se ha realizado un análisis empírico
a partir de una muestra
de en torno a mil empresas familiares españolas de mediano tamaño, con
el objeto de estudiar si la proporción de mujeres en el consejo de
administración afecta a los niveles
que las firmas presentan en indicadores de endeudamiento
y solvencia que
se han construido
a partir de ratios financieros
calculados para cada empresa. De conformidad con las premisas teóricas a las
que se ha acudido, los resultados obtenidos con el análisis empírico confirman
las hipótesis relativas a que una mayor participación femenina en los consejos
se corresponde con opciones que revelan un conservadurismo financiero superior de la firma
familiar, así como unas menores
preferencias con el riesgo, aspectos que corresponden a estrategias que sintonizan con la característica de preservación de la
entidad que usualmente distingue a
los negocios de esta tipología.
El resto del trabajo se organiza de la siguiente
forma: a continuación, se exponen los desarrollos del marco teórico,
que dan lugar a la formulación de hipótesis. Tras detallarse la metodología empleada, se
presentan los resultados obtenidos y se discuten
a la luz de
los planteamientos teóricos.
Finalmente,
se
reflejan las principales
conclusiones.
Marco teórico
Empresa familiar y conservadurismo
financiero
Existe
bastante consenso en la literatura organizacional a la hora de aceptar
la idea de que hay una serie
de características que distinguen habitualmente a las empresas familiares
respecto a otro tipo de entidades en las que el control de la firma no corresponde a individuos que tienen lazos
de vinculación con una misma familia (Sharma, Chrisman,
& Chua, 1997). Entre estos rasgos,
uno de los que más
frecuentemente se señala es el referido a un acusado componente emocional que
conduce a la implicación de la propiedad en
múltiples ámbitos del devenir de la firma, aspecto que se explica desde la
confluencia que se produce
entre la institución familiar y un proyecto
empresarial que ha surgido en su seno. En sintonía con esta
connotación distintiva de la empresa familiar, que se guía por
una preservación del negocio, a fin de procurar
su transmisión a las generaciones sucesorias, resulta muy usual que en muchas
empresas familiares se conceda una importancia preferente a la continuidad de
la firma, lo cual, en un plano operativo, se traduce en que se otorgue prioridad a la consecución del objetivo
corporativo de supervivencia, hasta situarse en un
plano preeminente al de otros objetivos como los de rentabilidad y crecimiento
(Le Breton-Miller & Miller,
2013).
Lógicamente, la supervivencia y longevidad de una
empresa familiar dependerá de sus posibilidades de incurrir en una situación de
quiebra y, consiguientemente, de que
los riesgos asumidos no alcancen un nivel que acerque a la entidad a tener que
afrontar un proceso de bancarrota. En este sentido,
parece razonable presuponer que las empresas familiares tiendan a
manifestar una menor propensión a asumir riesgos, incluso a costa de sacrificar
inversiones en proyectos que generan expectativas de rentabilidad, en aras de asegurar suficientemente una viabilidad
en la que el control corporativo de la familia no se
vea amenazado (Aronoff, 2004).
Por eso, según Lyagoubi
(2006), la vinculación de una empresa con un grupo familiar de control resulta
a menudo decisiva para que la firma exhiba un perfil financiero con niveles de
conservadurismo considerable, de conformidad
con la intención
de eludir un
sometimiento a presiones o
monitorizaciones externas. Para
Coleman y Carsky (1999), esa menor preferencia por la adopción de decisiones de
riesgo incluso se incrementa cuando las firmas son de dimensiones limitadas. De hecho, y de acuerdo a
Sharma (2008), las evidencias empíricas encontradas apuntan a que las empresas
familiares muestran preferencia por recurrir a la financiación mediante recursos propios, en detrimento
de opciones que solamente se contemplan subsidiariamente, como la del endeudamiento o la de recurrir
a aumentos de capital de la compañía que acaben en manos ajenas a la familia.
No obstante, también se ha advertido
de la
existencia de patrones
diferenciales en esa tendencia
hacia la aversión al riesgo que suelen manifestar las empresas familiares, lo
que encontraría justificación en
circunstancias específicas que envuelven a cada entidad concreta. Así, se
ha señalado a
elementos que parecen influir
en el posicionamiento corporativo frente al riesgo, tales como el tamaño de
la
firma
(Romano, Tanewski,
& Smyrnios, 2001; López,
Ríos,
&
Molina,
2014), el balance existente entre
cargos ocupados por familiares y puestos de decisión desempeñados por
profesionales ajenos a la familia (Chua, Chrisman, & Bergiel, 2009), o
también a la etapa que atraviesa el ciclo de vida del negocio (Gersick, Davis, Hampton, & Lansberg,
1997), con especial incidencia en lo referido
a la generación familiar que se halla al frente
de
la
entidad
(Lussier
&
Sonfield,
2004). De hecho, el estudio llevado
a cabo por estos
autores
revela
que
la
aversión
al riesgo que muestra la empresa se va reduciendo con el transcurso del tiempo,
de forma que se
incrementan las preferencias por el endeudamiento cuando se
produce una transición entre generaciones familiares.
Gobierno corporativo y consejo de administración en la
empresa familiar
El
gobierno corporativo se ha constituido en una de las áreas de mayor interés
para la investigación empresarial durante las últimas décadas. De acuerdo a la
ampliamente aceptada definición contenida en la revisión efectuada
por
Shleifer
y
Vishny (1997, p.
737), el
gobierno corporativo comprendería los medios o mecanismos a través
de los cuales aquellos que proveen de recursos financieros a las empresas se aseguran una
retribución adecuada para su inversión. De dicho enunciado se infiere que el
campo del gobierno corporativo engloba
una multiplicidad de aspectos
y de cuestiones que es posible abordar
desde visiones complementarias de procedencia muy diversa,
incluyendo puntos de vista jurídicos, económicos, financieros, sociológicos,
estratégicos u organizacionales. Si bien
en los comienzos de
la literatura encuadrada en esta área se
ha situado el
foco de atención
preferente en las grandes empresas cotizadas, con el transcurso del
tiempo se ha ido ampliando progresivamente el campo de estudio, hasta dirigirse
también a la consideración de la problemática
específica que se presenta en el ámbito de los mecanismos de
gobernanza de otras tipologías de empresas, incluyendo a las entidades de
pequeño y mediano tamaño (Uhlaner, Wright, & Huse, 2007) o a las firmas
de carácter familiar (Berent-Braun &
Uhlaner,
2012; Gersick & Feliu 2014).
Tal y como sugiere Carney (2005),
el gobierno de las
firmas familiares suele
ser en la práctica altamente idiosincrático y se enfrenta a menos restricciones que el de las empresas no
familiares. Hay que tener en cuenta que la traslación de modelos basados
principalmente en el establecimiento de mecanismos de supervisión, dirigidos a
evitar el clásico problema de agencia, no parecen muy adecuados para estructuras de propiedad
concentrada como las de las firmas familiares, en las que hay un accionariado
de control que mantiene una vinculación basada en relaciones de confianza y que se involucra fuertemente,
de forma
que no hay unas expectativas de encontrarse con empresas que afronten
conflictos severos entre propiedad y dirección (Le Breton-Miller, Miller,
& Bares, 2015). Esto supone
que sean muchos
los casos de empresas familiares
en las que los roles formales e informales se difuminan, multiplican y confunden a través de una
estructura interrelacionada de miembros
de la familia que ocupan algunos
cargos directivos o puestos
en el consejo de administración (Mustakallio, Autio, & Zahra, 2002). Como
señala Huse (2007), en una empresa familiar
“las reuniones del
consejo de administración tienen
lugar casi a diario,
pero alrededor de la mesa de
la cocina (…) sin que sea irracional suponer que se aproveche celebraciones
familiares para debatir aspectos
de trascendencia para la marcha del negocio” (p. 90).
La pieza clave del sistema de gobierno corporativo de una compañía
es el consejo de administración, tanto en las firmas en las que se
encomiendan las principales tareas ejecutivas a una dirección profesionalizada
como en aquellas en las que no hay una especial separación entre las funciones
de gobierno y las funciones directivas. El diseño del consejo será
el resultado de
una serie de decisiones autónomas
e interconectadas, que son adoptadas por quienes
ostenten
el control de la entidad, definiéndose dicho
diseño a partir de su número de miembros, de su composición y de las
características de los sujetos que lo integran.
En última instancia, la
estructura de un consejo estará en función de las estipulaciones que derivan
de la ley y de los
contratos, de los condicionantes que impone
la actuación en
determinados mercados o de la sujeción a códigos de conducta y a
prescripciones sociales.
El consejo de administración en las empresas familiares ha
constituido el principal objeto
de atención para numerosas aportaciones a la literatura previa,
tanto en los trabajos que
abordan el tema desde una perspectiva descriptiva y analítica como en aquellos
otros que optan por una intención marcadamente
prescriptiva (e. g.: Corbetta &
Salvato,
2004; García-Ramos & García, 2011;
Berent-Braun & Uhlaner, 2012). En
general, suele coincidirse a la hora de sugerir que el papel que se ha de
atribuir al consejo de administración de una empresa familiar tiene que
presentar diferencias en ciertos aspectos con respecto a lo que
tradicionalmente se presupone para una empresa no familiar, habida cuenta de que el área de gobierno
ha de prestar especial atención al objetivo de la continuidad y a la
preservación a largo plazo de la riqueza socioemocional de la familia
(Jaskiewicz & Klein, 2007).
Además, las estructuras de gobierno en estas tipologías empresariales se hallan
menos burocratizadas y formalizadas, con lo que
la importancia de la aportación del elemento humano es considerablemente más estimable,
tanto a escala de su aportación individual como en lo referente a la dinámica
de las interrelaciones que establezca cada sujeto con otros miembros del consejo
o con personas que
desempeñan posiciones ejecutivas clave en la firma (Corbetta & Salvato,
2004). De la misma forma, las limitaciones a las que se enfrenta el área de gobierno de las empresas
familiares o de reducido
tamaño no son
demasiadas, si se compara con la complejidad con la que las grandes
compañías se encuentran (Daily
& Dalton, 1992),
al no hallarse normalmente
sometidas las pequeñas y medianas entidades a estrictos marcos de
regulación institucional, dado que solamente en casos de conveniencia
se adhieren a códigos de conducta corporativa de adscripción voluntaria.
En contrapartida a esa mayor
flexibilidad, hay autores que advierten del peligro de que el funcionamiento de
los consejos de administración de las empresas
familiares caiga en el paternalismo o en el nepotismo, en
perjuicio de visiones corporativas más altamente profesionalizadas (Tagiuri & Davis, 1996).
Demografía de los consejos
de adminis- tración, aspectos
conductuales y estilos de dirección y de liderazgo
El consejo de administración de una firma
puede
ser contemplado como un grupo organizacional
de
naturaleza decisoria y de funciones
esencialmente cognitivas, en virtud de que, en el marco de su normal
funcionamiento, tiene que adoptar directamente algunas decisiones que ha consensuado en su seno,
o bien ha de supervisar las que haya adoptado una dirección ejecutiva
separada. En muchas ocasiones, la aprobación de esas decisiones exige el
procesamiento de información y supone el resultado de una negociación entre los componentes del
grupo, en la
que no será infrecuente
que se formen
coaliciones o aparezcan conflictos
y confrontaciones entre los
distintos miembros. Por lo tanto, la composición de perfiles que integran un consejo
de administración se ha de conformar como un
elemento de importancia para conseguir una adecuada comprensión del sentido
de muchas de las decisiones
colectivas que se adopten, tanto en lo que respecta a la exhibición de
comportamientos decisores individuales de los miembros como
en lo relativo a las conductas intragrupo, que se manifiestan a través de
múltiples interactuaciones e interrelaciones entre consejeros (Finkelstein & Mooney, 2003).
Dentro de una línea que cuenta con numerosas
aportaciones organizacionales recientes, en particular en lo referido
a trabajos encuadrados en el campo
del liderazgo y de
la literatura de grupos, son cada vez más las contribuciones al área de
estudio del gobierno corporativo que han optado por la incorporación de
argumentos explicativos de corte psicológico que encuentran encaje
en un prisma conductual o
cognitivo, al considerar que es un punto de vista que permite un acercamiento
más realista a distintos tópicos que tradicionalmente se tratan en estos campos (Westphal & Zajac, 2013). En este sentido, en reiteradas
ocasiones la psicología social ha puesto de manifiesto experimentalmente que
los rasgos de identidad de los individuos inciden inconscientemente en su inclinación hacia el desarrollo de comportamientos prototípicos en situaciones de elección
productiva o de decisión económica, tanto al actuar en el seno de equipos de
trabajo como cuando se hallan en una posición de liderazgo corporativo.
De esta forma, cuando un sujeto realiza una tarea o se
enfrenta a una lógica de acción o a dilemas intelectuales o éticos, no puede evitar verse afectado
por connotaciones de su identidad, de las que no le resulta
posible desprenderse (Reicher, Haslam, & Hopkins,
2005).
Así, los estudios psicológicos han es-
tablecido numerosos patrones de esquemas conductuales que están basados en
caracte- rísticas prominentes de identidad, como el gé- nero o la edad. Ello
implica que las personas responden a motivaciones e incentivos para una
inclinación acomodaticia a esas conduc- tas prototípicas que entienden que son
de- mandadas por el contexto organizacional, al tener conciencia de que suelen
conllevar un refuerzo de la
coherencia de la imagen propia y del ego, de la sociabilidad, de la aprobación
de los semejantes, o de la consecución de un estatus superior o de mayores
cotas de poder de control de recursos (Schwartz, Vignoles, & Luyckx, 2011).
Por otro lado, también los enfoques de de- mografía
organizacional se han convertido en uno de los planteamientos que ha conseguido
una creciente popularidad a la hora de anali- zar la composición de los
consejos de admi- nistración, especialmente en lo que respecta
a su potencial influencia sobre el desempeño de las funciones de gobierno
atribuidas. En este sentido, los desarrollos encuadrados en el área de la demografía organizacional, cu- yas propuestas
seminales se deben a Pfeffer (1983),
se ocupan del estudio de las estructu- ras demográficas corporativas a distintos nive- les, examinando las repercusiones
que tienen las composiciones variadas o heterogéneas sobre ciertos procesos de
la organización o sobre sus resultados. Una premisa básica de la demografía organizacional es la que remi- te a la idea de que las variables
demográficas ofrecen una representación ajustada y objetiva de otras características más
difíciles de medir, aunque estas
últimas sean presumiblemente las que influyen
de forma directa
en el fenóme- no estudiado.
La noción de diversidad es de habitual empleo en varios de los modelos
teóricos y
descriptivos
de la demografía organizacional, así como en numerosos estudios
empíricos y experimentales que se encuadran en este campo. La diversidad sintetiza
el grado en el que
se encuentran heterogéneamente distribuidos
los atributos demográficos
de los individuos que componen una unidad, grupo u organización (Pelled,
Eisenhardt, & Xin, 1999). Por lo tanto, la diversidad de un consejo de
administración se establecerá a partir de la combinación variada
de atributos, y características de los individuos que lo integran (Van der Walt &
Ingley, 2003).
Aunque el concepto de diversidad de un grupo organizacional
se utiliza en la literatura empresarial con una pluralidad de significados y
admite variedad de fórmulas de medición (Harrison & Klein, 2007), la
categorización clásica y de más amplia utilización de la diversidad es
aquella que diferencia
por una parte entre
dimensión demográfica y dimensión
cognitiva (e. g.:
Milliken & Martins, 1996;
Williams & O’Reilly, 1998). La diversidad demográfica, en su
versión estricta, es de
sencilla detección, puesto que se basa en características tales
como sexo, raza o nivel educativo. En cambio, la diversidad cognitiva no suele
resultar de fácil apreciación directamente, dado que se refiere a atributos que no son detectables a través de la simple observación, como sucede con el
conocimiento,
con las habilidades o con la capacitación. Además, y en general,
hay un extendido consenso en la consideración
de la elevada y sistemática correlación que se
establece entre ciertas dimensiones demográficas y determinadas dimensiones cognitivas de la diversidad
(Milliken &
Martins,
1996).
La diversidad normalmente se hace
operativa mediante la observación
de la
distribución de alguna dimensión
demográfica que es fácilmente
perceptible en el contexto de la unidad analizada y que se supone que
sirve de reflejo
de manifestaciones cognitiva o conductuales
de comportamiento
divergente. Por ello, casi todas
las interpretaciones sobre la
existencia de efectos significativos derivados
de la diversidad de un grupo organizacional van acompañadas por la presencia de
diferencias demográficas que envuelven algún significado socialmente aceptado, diferencias a las que
la tradición psicológica ha conectado con patrones de conducta que tienden a
expresar las personas en el contexto de un grupo organizacional (Strauss &
Connerley, 2003).
De acuerdo a los paradigmas conductuales de la identidad
social, la existencia de diferencias o similitudes en atributos
demográficos perceptibles actúa como referencia comparativa en los procesos
psicológicos inconscientes de categorización que llevan
a cabo los
miembros que componen un
grupo organizacional, siendo el resultado de dichas
categorizaciones un factor de influencia en las manifestaciones de conducta que
se expresan en el ámbito de las interrelaciones grupales (Williams &
O’Reilly,
1998). En
general, esto puede explicar la dinámica de aspectos
relacionales que afectan al comportamiento productivo,
al menos en lo referente al establecimiento de
consensos, cooperación, alianzas y uso compartido de información, o bien en lo
relativo a situaciones de desacuerdo, conflicto y confrontación entre miembros de un grupo.
Tales procesos parecen
verse afectados por la articulación espontánea de subgrupos, formados
en el seno grupal, que surgen en torno a similitudes entre
individuos que se basan en su adscripción a categorías prominentes de identidad
(Shaw & Barret- Power, 1998;
McLeish & Oxoby, 2011).
Siguiendo esta lógica, en la medida en la que el nivel
de heterogeneidad demográfica que exhibe un consejo de administración resulte indicativo de una distribución variada de perfiles
cognitivos que lo integran, es posible presuponer que las distintas
composiciones demográficas del consejo acaben también repercutiendo
diferencialmente en las decisiones que se adopten, o en las estrategias
que se formulen desde el área de gobierno de la
firma. En concreto, distintos estudios
empíricos que al efecto se han realizado
encuentran
coincidencia
al sostener que el grado de diversidad de género de un consejo mantiene una
alta correlación con los niveles
de riesgo que asume la empresa.
De esta manera, se ha venido a
señalar que aquellas firmas que manifiestan un superior grado de aversión al
riesgo suelen coincidir con las que cuentan con una relativamente mayor
presencia femenina en el consejo de administración (Nath, Holder-Webb, & Cohen, 2013; Francis, Hasan,
Park, & Wu, 2014). Esas
preferencias por el riesgo afectarán a las directrices de estrategia financiera
que se establezcan, así como incidirán en la elección de las posibles
estructuras de recursos; también influirán en decisiones sobre proyectos de
inversión a emprender o en las fórmulas específicas de financiación que se escojan, al igual que en la intensidad con la que se recurre a
cada una. Complementariamente, ha de considerarse que las preferencias por el riesgo se entrelazan con los distintos objetivos corporativos, puesto
que las decisiones basadas en expectativas
de rentabilidad que supongan altos niveles de deuda también aumentan los riesgos de quiebra
y, por consiguiente, han de
comprometer en mayor medida la supervivencia de la entidad.
Lo cierto es que tanto la investigación empírica como
la experimental ha puesto reiteradamente en evidencia que los perfiles
femeninos tienden a mostrar menores niveles sistemáticos de preferencia por
el riesgo cuando se enfrentan a la adopción de
decisiones económicas en entornos
organizacionales. Esa aversión
femenina a elecciones que implican riesgo financiero guarda coherencia con los
planteamientos conductuales de la identidad social, explicándose fácilmente
desde los distintos
mecanismos de socialización
que son usuales en las trayectorias de hombres y de mujeres. Por otro
lado, se ha comprobado que esas diferencias individuales de conducta
frente al riesgo
que se observan
entre géneros se trasladan a los grupos decisorios en contextos
organizacionales, habiéndose documentado también que se manifiestan en el
caso de los
consejos de administración. Por lo
tanto,
podría
concluirse que,
en
función de ese
conservadurismo financiero que caracteriza a los perfiles
de liderazgo femenino y a su
estilo de dirección prototípico, la apertura de los consejos de administración a la presencia de mujeres y a una consiguiente
mayor diversidad de género parece alinearse muy ajustadamente con el perfil
convencional de bajo riesgo que muestran las empresas familiares.
Revisión de la literatura empírica sobre
diferencias de género en preferencias frente al riesgo en miembros de consejos
de administración
La
consideración de la existencia de diferencias entre hombres y mujeres en
lo que se refiere a la manifestación de preferencias frente al riesgo
y en situaciones en que
afrontan procesos de adopción de decisiones financieras en
escenarios de incertidumbre es uno de los tópicos que mayor
atención ha despertado en la literatura relacionada con género, estilos de liderazgo
y comportamiento directivo (Wood & Eagly, 2012).
Muchos de los trabajos que han tratado este tema, tanto en
las áreas de la literatura económica como en las propias de la psicología
organizacional, se han acabado decantando por la idea de que, en prácticamente cualquier
contexto social, las mujeres
exhiben unas preferencias
que les lleva a ser más proclives a expresiones
de mayor
conservadurismo en situaciones que implican la adopción de
decisiones económicas y financieras. Además, este tipo de conducta
diferencial guardaría coherencia con las pronunciadas divergencias entre
géneros que se
han podido documentar en variedad de contextos que
exigen una respuesta individual frente a otros riesgos de naturaleza no
financiera, como los vitales.
La literatura relacionada con la diversidad de género
en las organizaciones cobró impulso gracias a la influyente
aportación pionera de Kanter
(1977), en la que, entre otros aspectos, se venía a resaltar
la existencia de importantes
interrelaciones entre género, comportamiento decisorio y
estilos diferenciados de liderazgo. En años posteriores se difundieron
aportaciones a
la literatura empresarial que ya
incorporaban una vertiente
que remitía a aspectos relativos al género, con argumentaciones teóricas
en las que destaca un notable respaldo de planteamientos típicos de la psicología social,
como los de la identidad, los de categorización social o los de atracción
y alianza entre similares. En su publicación seminal, Kanter ya introducía una visión de los
efectos diferenciales que presuponía que se hallaban asociados a las distintas proporciones que representaba cada género
en un grupo partiendo de la construcción de una serie de “rangos” que denominó
uniformes, sesgados, inclinados y equilibrados. Con posterioridad, varios
trabajos - han confirmado la validez
general de estos rangos, si bien con alguna matización o reinterpretación
(Joecks, Pull, & Vetter, 2013).
Como apunta Zaichkowsky (2014), las propuestas
originarias de Kanter sugieren una reflexión
sobre la propensión al establecimiento
de alianzas en ámbitos organizacionales que se conformarían en torno a una
característica de
identidad como el
género, de manera que parece apreciarse una tendencia
natural que lleva a que se formen espontáneamente subgrupos informales, femeninos por un lado
y masculinos por otro. Desde el punto de vista de la proyección hacia actores
externos a la organización, otras contribuciones sugieren que la tendencia a
una vinculación relacional entre personas del mismo género se suele convertir
en un elemento explicativo de cierta significación para conectar a la dinámica relacional con los efectos
de la diversiad (Huse, Nielsen, & Hagen, 2009).
Entre los numerosos trabajos que han tratado de la
cuestión de la aversión femenina al riesgo en
situaciones que
conllevan la adopción de decisiones de
contenido económico o financiero, no se ha encontrado ninguno en el que se
analice específicamente la situación del consejo de administración en una
empresa familiar. En lo referente a
otros estudios empíricos que contemplan los efectos
sobre decisiones financieras
corporativas que se asocian a la participación
femenina
en puestos
de dirección o en consejos de administración, pueden mencionarse los
siguientes:
Iqbal, Sewon y Baek (2006). Utilizando
una muestra de datos
de empresas
incluidas en índices de
Standard & Poor’s,
comprueban que las mujeres
ejecutivas toman generalmente menos riesgos
en las decisiones que les competen en
comparación con sus colegas
varones que ocupan cargos de dirección.
No obstante,
advierten sobre la influencia
ejercida por ciertas circunstancias
contextuales del entorno corporativo,
que pueden atenuar sensiblemente las diferencias conductuales
de género, hasta convertirlas
en casi
imperceptibles.
Adams
y Ferreira (2009).
A partir de bases
de
datos de firmas incluidas en Standard
& Poor’s,
considerando empresas de gran,
mediana y pequeña capitalización,
desarrollan un estudio que encuentra una
relación negativa entre la
diversidad de género y la toma de riesgos.
Elsaid y Ursel (2011). Su
estudio se basa en 679 reemplazos
de CEO
en compañías
norteamericanas, observando que, cuando
se produce el caso
de una
sustitución por una persona
de otro género, se aprecia
una modificación en los
niveles de riesgo atribuidos a la empresa.
Cosentino, Donato, Montalto y Via (2012).
Recurren a compañías cotizadas de Italia, Francia, Alemania,
España y Noruega,
no encontrando relación entre
la presencia
de consejeras y el nivel de riesgo de la firma.
Adams y Funk (2012). Seleccionan
una muestra de consejos de administración
en empresas cotizadas
suecas, sin
obtener evidencia de que
se manifiesten
comportamientos diferentes frente al riesgo
que se atribuyan
al género. Establecen
la conclusión de que
las características
de identidad de perfiles
que han sido “autoseleccionados”,
como corresponde a los de los componentes de un consejo o los
ejecutivos, presumiblemente
forjados con trayectorias muy similares para hombres
y para mujeres, predominan
sobre los presuntos patrones
conductuales a los que
los rasgos de identidad
son más proclives.
Torre-Vieito (2012). Basándose en
datos de panel de empresas estadounidenses
de Standard & Poor’s 1.500, a lo largo del período 1992-2004, y teniendo en
consideración el género del CEO, se llegan a
encontrar diferencias sistemáticas que se
corresponden con los menores riesgos
inherentes a las inversiones en los casos
en que se trata de una mujer.
Dowling y Aribi (2013). Observan una menor
propensión al endeudamiento en las firmas cotizadas británicas en las que
hay una mayor presencia
de consejeras, dándose la
circunstancia de que también
las ejecutivas y consejeras de esas mismas empresas son las que exhiben puntuaciones comparativas
inferiores en escalas de
medición de la autoconfianza.
Huang y Kisgen (2013). Partiendo de una muestra de firmas
cotizadas obtenida de COMPUSTAT, analizan
las diferencias que se producen entre
hombres y mujeres que ocupan cargos ejecutivos de máximo nivel a
la hora
de la
adopción de decisiones relacionadas
con las finanzas corporativas. Sus resultados confirman la hipótesis
de que las mujeres
incurren en menores niveles de riesgo, cuentan con menor
dosis de autoconfianza en sus decisiones
y tienden a evitar el
endeudamiento, prefiriendo los recursos
propios como fuente de financiación.
Sila, González y Hagendorff (2016).
Usando una muestra de
más de 2.400 empresas estadounidenses a lo largo
del período
1996-2012, observan la relación
existente entre un grado
superior de diversidad de género
en el consejo de administración y un menor
riesgo de la firma, que se ve también
influido por distintos
factores mediadores.
Hipótesis
De
conformidad con el apoyo de los argumentos derivados del soporte teórico que se ha procedido a plantear
en los desarrollos precedentes, se establece la siguiente proposición a contrastar en el análisis
empírico:
La proporción de mujeres en el consejo de administración de una firma
familiar refuerza el alineamiento con el perfil de aversión al riesgo y de
conservadurismo financiero de este tipo de empresas, lo que
afecta a las decisiones corporativas sobre niveles de solvencia y de
endeudamiento.
Metodología
La muestra
utilizada en el análisis empírico se compone de 1.006 empresas
familiares españolas consignadas dentro de la categoría de tamaño mediano, con
forma jurídica de sociedad anónima, excluyendo a cotizadas
y de
sectores financiero o asegurador. Se ha extraído de la base de datos denominada
Amadeus, que contiene información de
las cuentas anuales que
las entidades han de depositar en los Registros
Mercantiles españoles.
Para identificar a las empresas
familiares a seleccionar de las que se contienen en Amadeus, se procedió a cruzar información mediante consultas a otras fuentes
de datos y a listados de
difusión pública que divulgan información sobre
firmas concretas que se clasificarían dentro
de esta tipología. En muchos casos son las mismas empresas las
que se declaran como familiares, al adherirse
a asociaciones representativas de
uniones de intereses empresariales, en cuyo seno se elaboran directorios
de las entidades
a las que agrupan,
constituyéndose en la referencia principal el ya mencionado Instituto de la
Empresa Familiar español.
Para cada una de las empresas
que componen la muestra
se obtuvo información que corresponde al período comprendido entre
los
años
2008
y 2011, ambos
inclusive. Como año
inicial del estudio se escogió 2008 con motivo de
que fue el primer ejercicio de aplicación del vigente Plan General de Contabilidad español, abarcándose hasta 2011, por ser este el último
ejercicio en el que se hallaban actualizados, consignados y completos los datos
de un elevado número de empresas.
De cara al
cálculo de la
proporción de consejeras (PC)
en las empresas que componen la muestra, se realizó un proceso específico de
recuento de integrantes que correspondían a cada género, a partir de la
consignación nominal de cada persona física, según lo que constaba en la base de datos Amadeus al
cierre de cada ejercicio económico comprendido en el período
considerado en el estudio. Adicionalmente, y siguiendo la línea de algunos de los trabajos
que nos preceden, se ha construido
otra variable alternativa subdividida en varios intervalos o rangos de
participación de consejeras de cada firma, considerando la referencia inicialmente
propuesta por Kanter, de acuerdo a los segmentos que se recogen en la tabla 1.
Tabla 1
Intervalos de diversidad de género en el consejo considerados
En
lo referente a
los ratios financieros que se han empleado, y después de revisar
las medidas contables que más usualmente
se han utilizado en los estudios previos que conectan los efectos de la diversidad de
género en los consejos de administración con la performance o con la estructura económica- financiera, se han escogido
los que se recogen en la tabla 2, junto a la formulación con la que se
han calculado sus valores para cada ejercicio
Tabla 2
Ratios utilizado
económico
de los que abarca el período de estudio. Se ha seguido la idea de utilizar los
mismos ratios que los empleados por Zárate, Redondo y Jimeno (2015), dado que
se trata de un trabajo
empírico que presenta
analogías, en el sentido de que también se estudia el impacto
económico-financiero de la diversidad
de género en el consejo
de administración, por lo que
parece justificable su pertinente
adecuación al presente análisis.
Asimismo, en la aplicación de los modelos de regresión múltiple que se han planteado, se han incorporado variables de control de común
uso en trabajos de este tipo. En este sentido, se ha considerado al tamaño
empresarial, tomando como base la información contenida en las cuentas anuales
de cada empresa del total de activo en miles de euros (TA), de los ingresos de explotación en miles de euros (IE) y del número de empleados (NE). También se ha tenido en cuenta el sector
de actividad, en correspondencia con la codificación ofrecida por la última
actualización de 2009 de la
Clasificación Nacional de Actividades
Económicas española (CNAE). En cada ejercicio también se ha contemplado el
ciclo generacional involucrado en la empresa familiar, distinguiendo entre primera, segunda o ulterior generación.
Finalmente, se ha integrado como variable de control el poder competitivo de
mercado del ámbito sectorial al que pertenece una firma, cuyo indicador sería
la variable M, partiendo del frecuentemente utilizado índice de Herfindahl, H,
que se formula en la ecuación [1], donde Ventasj
serían las correspondientes a cada ejercicio para la j-ésima firma
perteneciente a la industria i en la que la empresa desarrolla su actividad
principal, conforme a la clasificación CNAE de 3 dígitos, asignándose el
resultado obtenido a cada observación en función de dicha adscripción
sectorial.
[1] Un aspecto
a considerar cuando
se aplican
técnicas estadísticas basadas en modelos
de
regresión múltiple
es el del previsible problema de la
multicolinealidad entre variables,
que se ha de manifestar en virtud de las obvias correlaciones que tienen
que existir entre los ratios financieros que se ha optado por utilizar, habida cuenta de su formulación. El
análisis factorial puede ofrecer una solución para remediar esta dificultad, reduciendo el conjunto de variables
inicial, en este caso los ratios, a otro conjunto con un número más limitado
de
factores incorrelacionados, que conservan la mayor parte posible de información
de las variables originales, medida en términos del porcentaje de la varianza
total que explica el modelo.
En este caso, y para efectuar la extracción de
factores, se ha escogido el método de los componentes principales, habiéndose
optado por aplicar el criterio de Kaiser,
que establece que han de conservarse los componentes principales cuyos valores
propios asociados resulten mayores que la unidad. Asimismo, la observación de la matriz de cargas factoriales permite una aproximación
al significado de los
factores extraídos, puesto
que, cuanto más elevada es la
carga, esto es, cuanto más se acerca a la unidad, con signo positivo o
negativo, mayor relación existe con la variable inicial. Cuando la ambigüedad de las cargas factoriales dificulta la
interpretación de los factores extraídos, una rotación ayuda a mejorarla,
motivo por el que se ha llevado a cabo un procedimiento de rotación ortogonal
de tipo varimax.
Por otro lado, la
aplicación de las técnicas estadísticas de regresión
sugiere
la conveniencia del cumplimiento de una hipótesis de normalidad que
difícilmente se verificará en la mayoría de las distribuciones de las variables consideradas, particularmente en los ratios contables. Para solucionar este
inconveniente, se pueden transformar las variables con el fin de mejorar su
simetría y apuntamiento. Ya que no es posible
asumir la normalidad de
las distribuciones de los
ratios propuestos en ninguno
de los períodos considerados, ni tampoco de los factores obtenidos como
resultado de la aplicación del análisis
factorial, se ha
optado por trabajar con funciones transformadas para
combatir el principal problema de la asimetría, de acuerdo al método
de
Box-Cox,
cuya
formulación
se expone en la ecuación [2], donde Y es
la variable a transformar en cada caso (añadiendo
una constante que corresponde al mínimo valor de la distribución cuando existan
valores negativos) para cada firma i = 1,…,N;
mientras que λ es el parámetro de transformación que
optimiza la adecuación a la normalidad. En las variables que
representan al tamaño, se ha recurrido específicamente a la aplicación de la tradicional
transformación logarítmica, que consiste en calcular el logaritmo
natural de los valores de esta variable.
[2] Para el contraste de las hipótesis que se
han planteado en el presente
trabajo, se han
aplicado
técnicas de regresión lineal múltiple, cuya especificación se indica
en la ecuación [3], según el clásico modelo de mínimos cuadrados ordinarios, en las cuales
se han ido considerando como
variables dependientes las representativas de
las
características
económico-financieras
de endeudamiento o solvencia de la firma, donde D es la variable representativa
del nivel de diversidad demográfica en el consejo de administración, mientras
que X serían los vectores de las variables de control consideradas.
[3]
Resultados
En primer término, y tal y como se recoge en la tabla 3 y en la tabla 4, se han calculado una serie de estadísticos descriptivos sobre
los ratios financieros, sobre las variables representativas del tamaño y sobre
la variable de diversidad utilizada, a fin de obtener
una primera aproximación al examen de la situación de las empresas analizadas.
Tabla 3
Estadísticos descriptivos de los ratios
financieros (N = 1.006)
Tabla 4
Estadísticos descriptivos de
variables de tamaño y proporción de consejeras (N = 1.006)
En este sentido, los estadísticos descriptivos ponen de
manifiesto la situación de crisis económica por
la
que
atraviesa
el entorno en el que actúan las empresas analizadas, tal y como se comprueba en
la disminución de rentabilidades a lo largo del período (ratios R4 y R5), o también en la caída de indicadores de eficiencia (R6, R7
y R8). Paradójicamente, mejoran
con el transcurso de los ejercicios los niveles de endeudamiento
(R3)
y de solvencia y liquidez
(R1 y R2), lo
cual ha de interpretarse correctamente desde las restricciones generalizadas al
crédito con las que se encuentra el entramado corporativo durante esa fase temporal. A la luz del hecho del indudable impacto
del ciclo de
crisis que afectó al conjunto del tejido corporativo español durante ese
período 2008-2011, que conforma el
intervalo de años estudiados, parece plausible sugerir la reflexión de que sean
aquellas empresas que hubieran optado por estrategias financieras más conservadoras y de
comparativamente menor riesgo las que se encontrarían en condiciones de afrontar el
objetivo primario
de supervivencia durante
esta fase. Asimismo, y atendiendo a los descriptivos de la proporción de mujeres en el consejo
(PC), se corrobora la escasa
diversidad de género que exhiben los consejos de las firmas que componen la
muestra, resultado que se halla en sintonía con los ofrecidos
por la totalidad de estudios que nos preceden, tanto para el contexto
geográfico español como para el de otros países.
Con la finalidad de evitar los problemas derivados de
la multicolinealidad que han de presentar los ratios financieros y las
variables de medida del tamaño empresarial, se ha procedido a efectuar un
análisis factorial en cada uno de los
ejercicios
contemplados
en el estudio, cuyos resultados se exponen en la tabla 5, habiéndose extraído
en todos los años los
mismos cuatro factores,
que cabe interpretar como margen, solvencia, rentabilidad y tamaño. Por otro lado,
y siguiendo los planteamientos de García-Ayuso (1999), en relación con la adecuación de las
propiedades estadísticas de los ratios financieros para su
especificación mediante
modelos de regresión, la heteroscedasticidad representa un problema
cuando las dimensiones de las empresas consideradas divergen muy notablemente.
En consecuencia, en el presente caso, no es de esperar que la heteroscedasticidad distorsione gravemente la estimación, en virtud de que uno de los criterios
de selección de las empresas
Tabla 5
de la
muestra empleada que se estableció consistía en que fueran de mediano tamaño.
La observación de los estadísticos descriptivos de tamaño, tal y como se recoge en la tabla
4, permite
una primera aproximación para corroborar que las dimensiones empresariales no
exhiben unas diferencias apreciables.
Resultados del análisis factorial. Matriz de cargas
factoriales después de rotación varimax, comunalidad, autovalores
asociados y varianza explicada.
Panel 1. Año 2008
Panel 2. Año
2009
Panel 3. Año 2010
Panel 4. Año 2011
No obstante, las pruebas
estadísticas para comprobar la normalidad aplicadas a las distribuciones
de frecuencias de los factores extraídos
siguen sin verificarse en
ningún caso ni en ningún período de los estudiados, motivo por el cual,
y como ya se expuso
en la metodología, se ha procedido a aplicar una transformación de Box-Cox a las puntuaciones factoriales que corresponden al factor margen, al factor rentabilidad
y
al
factor
solvencia,
mientras que, para las puntuaciones factoriales del factor tamaño, tal y como suele ser usual en los estudios empíricos, se ha
recurrido a una transformación logarítmica. En la tabla 6 se reflejan los
parámetros de transformación de Box-Cox que se han aplicado a cada factor y
para cada período, en virtud
de que constituían la mejor aproximación posible a las condiciones
de normalidad estadística de las distribuciones.
Si bien
las
funciones
transformadas
siguen
incumpliendo la hipótesis de normalidad, se ha
comprobado que los resultados han mejorado
apreciablemente
la simetría
en
todas
las
distribuciones.
Tabla 6
Parámetros λ de transformación de Box-Cox
aplicados a los factores resultantes del análisis
factorial
A fin de contrastar
la hipótesis formulada, se ha procedido a realizar contrastes mediante modelos de regresión en los que se considera como variable
dependiente la transformada del factor solvencia, variable que se corresponde con la
obtenida como consecuencia del análisis factorial en la que confluían los
ratios de liquidez y
de endeudamiento, después de
aplicarse la transformación de
Box-Cox. Se ha procedido a contrastar dos modelos alternativos, de forma que, en uno de ellos la variable independiente es la
proporción de mujeres en los consejos de administración (PC), mientras que, en
el otro, la variable independiente es la que se construye
a partir de los cinco intervalos construidos en línea con las proposiciones sugeridas por Kanter
para establecer una medida
de diversidad de género. Asimismo, en el modelo de regresión
múltiple se han incorporado distintas variables de control.
Los
resultados que se
recogen en la tabla 7 proporcionan una evidencia bastante
consistente para la
variable que representa a la proporción de
mujeres en
el consejo, si se tiene en cuenta
que se ha obtenido significación al 99% en tres de los cuatro
períodos, mientras que
para
el
ejercicio
2008
también se aceptaría a un nivel de significación del 95%. Tal y como era de esperar, el signo de los coeficientes estimados para la variable diversidad es positivo, lo que implica que, a mayor
presencia femenina en el consejo de administración de las empresas
familiares,
menores son los niveles de riesgo en los que se incurre. Una primera reflexión
que sugiere este resultado es que está acorde con las expectativas
presupuestas, en tanto que serían los consejos que exhiben un grado superior de
diversidad de género los que corresponden a empresas caracterizadas por
estrategias financieras más
conservadoras, lo que se manifestaría
en unos mayores niveles para el indicador de solvencia.
La
construida a partir
de los rangos de Kanter es la otra variable demográfica contemplada en
los modelos de
regresión que contrastan su impacto sobre la variable que representa a
la solvencia de la firma. En este caso, los resultados del análisis indican
que, en el año 2009, la variable dummy que representa al intervalo de
diversidad K5 (que es el que integra a las empresas con mayor representación femenina) es significativa
al
95%,
mientras que, en los años 2008 y 2010, la significación se alcanzaría al 90%,
no encontrándose significación para el ejercicio
2011. En todos los casos los
estimadores de los coeficientes que se obtienen para
el rango K5 tienen signo positivo.
El hecho
de haber empleado esta medida de diversidad, que abandona la suposición de
continuidad lineal en la variable, permite poner de relieve los efectos de la
presencia de mujeres para que se incrementen los niveles de solvencia de la firma cuando se alcanzan unos
niveles de representación femenina superiores al 40%.
Tabla 7
Estimadores del modelo de
regresión
*** significativo al 1%, **
significativo al 5%, * significativo al 10%
PC: proporción de mujeres en el consejo
de administración; K1, K2, K3 y K4: rangos de Kanter;
TRTAM:
transformada cuantitativa del factor tamaño TRRENTAB: transformada del factor rentabilidad; TRMARG: transformada del
factor margen; INVHERF: índice de competencia en el sector de actividad de
pertenencia; GEN: número de la generación que se implica en el negocio
familiar; SECT: rama de actividad
productiva según clasificación CNAE 2-dígitos.
(1) Modelo
de regresión lineal,
variable independiente proporción de mujeres en el consejos de administración;
(2) Modelo de regresión lineal, variable independiente rangos de Kanter.
Asumiendo
que la situación
de partida del tejido empresarial
en su conjunto se ha caracterizado históricamente
por una escasa presencia de mujeres en las estructuras de gobierno corporativo, tal y
como reiteradamente se pone en evidencia por toda fuente de información
disponible, es factible identificar a las empresas con consejos más paritarios como las más predispuestas hacia la diversidad, de forma tal que,
también desde este otro punto de vista, los resultados del análisis de
regresión confirmarían de nuevo la idea de que un grado
superior de diversidad de género en el consejo de
firmas familiares españolas se correspondería con opciones más conservadoras,
tendentes
a
privilegiar
el
mantenimiento de mayores niveles de solvencia
financiera. Asimismo, la ausencia de significación en el año
2011 podría ser indicativa de la
aparición de elementos
contingentes al entorno de la entidad
que intermedian en los efectos que tiene la diversidad
sobre la solvencia empresarial, que se pueden estar manifestando con especial
intensidad en ese ejercicio económico.
Hemos
documentado aportaciones previas que
ofrecen resultados similares
a los obtenidos en el presente
análisis, como la de
Wilson y Altanlar (2009), a
partir de una muestra de empresas
británicas en los años 2007 y
2008, que concluye
que las firmas con mayor
presencia
femenina
en
las cúpulas
corporativas presentan unas tasas sustancialmente menores de
quiebra. Igualmente, Wilson, Wright
y Scholes (2013) utilizando una amplia
muestra de empresas del Reino Unido para el período
2007-2010, encuentran que las firmas familiares tienen menos probabilidades de
quiebra que las no familiares, indicando que una de las
características de las empresas con mayor probabilidad de supervivencia es la
diversidad de género en el consejo. Igualmente, en el trabajo de Sila et al.. (2016),
para una muestra de empresas
estadounidenses
a
lo
largo
del período 1996-2012, se encuentra una vinculación entre un mayor grado de diversidad
de género en el consejo
de administración y un menor riesgo empresarial.
También en el estudio de
Zárate et al.. (2015), con base en una muestra de sociedades españolas para el período 2008-2011,
se observa que son las empresas con mayor
representación femenina en
los consejos las que exhiben una superior de solvencia empresarial.
Suplementariamente, ha de comentarse que en los
modelos de regresión propuestos se
obtiene significación para
variables como la transformada del factor tamaño, la transformada del
factor rentabilidad, el sector de actividad y el número
de generación que se implica en el negocio familiar, en el mismo sentido de las expectativas tradicionales
que suelen resultar habituales en el análisis de ratios financieros de empresas
familiares.
Por lo tanto, los resultados ponen en evidencia que
la participación de
mujeres en los consejos de administración de las empresas familiares se
corresponde con perfiles corporativos que presentan unos mayores niveles
de liquidez y
que exhiben un comparativamente
más
elevado
grado
de conservadurismo financiero,
lo cual también sintoniza con los
rasgos prototípicos de liderazgo femenino señalado por las contribuciones que nos preceden, que apuntan a una
tendencia sistemática a evitar las preferencias por el riesgo.
Conclusiones
Existe un
notable consenso en la literatura precedente sobre empresas familiares a la
hora de poner de relieve la conveniencia de que estas firmas se planteen la
adopción de unas estructuras profesionalizadas de gobierno
corporativo que sean análogas a aquellas que permiten el manejo exitoso
de otras compañías que no se caracterizan por un
control familiar, sobre todo en la
medida en la que se van superando
las etapas fundacionales, y una
vez que ya se ha logrado alcanzar
unos ciertos niveles de
complejidad organizacional. De cualquier manera, ha de tenerse presente también
que los mecanismos de gobernanza se
han de ver
condicionados por algunas de las singularidades que
caracterizan a la tipología de empresas familiares, en particular en lo referido
a la acusada vocación que muchas entidades presentan de preservación del
negocio, de cara a su transmisión en el seno de la familia a sucesivas
generaciones. Asimismo,
en los
últimos tiempos ha atraído un notable interés el tema de
las repercusiones, proyectadas a distintos niveles, que pueden derivar de aquellos
consejos de administración que exhiben una composición demográficamente más diversa, sobre
todo en la dimensión concreta que atañe
a la diversidad de género.
Así, son numerosos estudios que nos preceden y que han venido poniendo
de relieve que una
mayor representación femenina en los consejos de
administración suele correlacionarse con estrategias financieras de la firma
que se distinguen por la aversión al riesgo y, consiguientemente, por elecciones de financiación más conservadoras.
De conformidad
con los planteamientos teóricos de apoyo a los que se ha acudido y con
las evidencias encontradas en la literatura previa, en el presente trabajo se
ha realizado un análisis empírico, a partir de una muestra de más de mil
empresas familiares españolas, con el objeto de contrastar la hipótesis que
presupone que una mayor participación de consejeras se corresponde con menores
niveles de endeudamiento externo de la firma, así como un mayor grado de
solvencia.
Los resultados que ofrece nuestro análisis ponen de
manifiesto que la participación de mujeres en los
consejos de administración de las
empresas familiares se
corresponde con perfiles corporativos que presentan unos mayores niveles
de liquidez y exhiben un comparativamente más elevado grado de conservadurismo
financiero, lo cual encuentra encaje con los rasgos prototípicos de aversión
por el riesgo que tiende a expresar
el liderazgo femenino. Más en concreto, y en el contexto
de crisis económica por la que atraviesa el entorno y que se refleja en la
evolución de los ratios financieros de las empresas familiares consideradas en el estudio, con los
resultados de los análisis
de regresión llevados
a cabo se obtiene evidencia consistente respecto a que una mayor
proporción de mujeres tomando asiento en el consejo de administración conduce a que la entidad tienda
a mostrar una superior preferencia por el
mantenimiento de niveles elevados de solvencia.
En el mismo sentido, y cuando
se ha incorporado al análisis de regresión una variable que se
construye a partir de rangos de diversidad alineados con las propuestas
originarias de Kanter, se han
obtenido resultados que ponen de relieve que los indicadores de solvencia de la firma
familiar se incrementan cuando se consiguen niveles de participación
femenina en el consejo de administración que superan el 40%.
Los resultados alcanzados en nuestro análisis para la muestra
de empresas familiares
españolas
sintonizan con los previamente encontrados con otros estudios empíricos
llevados a cabo para muestras extraídas del conjunto del tejido corporativo, aun sin llegar a establecerse distinciones basadas
en la tipología familiar, como los de Wilson y Altanlar (2009), Wilson et al. (2013) o Sila et al. (2016), para el ámbito anglosajón, o como el de Zárate et al. (2015),
realizado sobre la base de
empresas españolas para un período temporal
coincidente con el aquí contemplado. Desde otra
perspectiva, nuestros resultados también son congruentes con aportaciones como
la de Nath et al. (2013), o la de Francis et al. (2014), para contextos
diferentes al español, en las que se
aprecia
la conexión existente entre un superior grado
de aversión corporativa al riesgo y una relativamente
mayor presencia femenina en el consejo
de administración.
Finalmente, ha de resaltarse que las
implicaciones de tales
resultados para el área de gobierno de las empresas
familiares pueden ser de
alcance relevante, en
tanto que sugieren que, de cara a la consecución
del objetivo prioritario de
supervivencia de la
entidad, resultan particularmente aptas las
composiciones
de
los
consejos
de administración que exhiben una cierta diversidad de
género o, al
menos, una superior
participación de consejeras, habida
cuenta de la escasa presencia
de mujeres que las estadísticas disponibles suelen
mostrar reiteradamente.
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