Determinantes del empleo de
calidad en la frontera norte de México
Determinants
of quality employment in the northern border of Mexico
Aldo Josafat Torres García[1], Gloria Lizeth
Ochoa Adame
[2], Isaac Sánchez-Juárez [3]
El artículo
examina, con datos del segundo trimestre del 2019, los determinantes de la
probabilidad de tener un empleo de calidad en las seis entidades que componen
la frontera norte de México. Para tal fin se estimaron modelos probit en los
cuales la variable dependiente fue el empleo de calidad y las independientes la
escolaridad, sexo, estado civil y experiencia del trabajador, así como el
tamaño de la unidad económica, tipo de localidad y sector de actividad. Un
resultado que destaca es que, en cinco de los seis estados fronterizos
analizados, la variable más importante para obtener un empleo de calidad es el
tamaño de la unidad económica. Los hallazgos están limitados por la
temporalidad de la información utilizada; sin embargo, resultan originales,
contribuyen a la literatura existente y pueden tomarse en cuenta para elaborar
políticas públicas encaminadas a crear trabajos de calidad en la región objeto
de estudio.
Palabras clave: Trabajadores, salarios, prestaciones
laborales, región fronteriza, probit.
The
paper examines, with data from the second quarter of 2019, the determinants of
the probability of having a quality job in the six entities that make up the
northern border of Mexico. To this goal, probit models were estimated in which
the dependent variable was quality employment and the independent variables
were schooling, sex, marital status and experience of the worker, as well as
the size of the economic unit, type of locality and sector of activity. One
result that stands out is that, in five of the six border states analyzed, the
most important variable for obtaining quality employment is the size of the
economic unit. The findings are limited by the temporality of the information
used; however, they are original, contribute to the existing literature and can
be taken into account to develop public policies aimed at creating quality jobs
in the region under study.
Key words: Workers, salaries, employment
benefits, border region, probit.
Códigos JEL: O10, R10,
R23.
El trabajo y los trabajadores son parte
vital del sistema económico enfocado en la producción de bienes y servicios. El
trabajo no es una mercancía, es un esfuerzo humano por lo que debe tomarse en
cuenta su importancia social y recompensarse adecuadamente en términos de
ingreso y oportunidad de acceso a mejores condiciones de bienestar. Una
economía sana y justa es aquella que ofrece empleos de calidad; es decir, bien
remunerados (en base a productividad, compromiso, formación talento y
experiencia) que asegura beneficios sociales o prestaciones, así como otras
características inherentes al desempeño de la ocupación (seguridad y/o riesgo
del puesto de trabajo, estrés y desgaste físico/mental y la satisfacción
(insatisfacción) laboral).
En esta misma dirección, se conceptualiza
al trabajo como un servicio que ofertan los individuos disponibles para laborar
en términos de tiempo y/o cantidad acordado con el empleador, siendo así que,
el servicio prestado (trabajo) es el que está sujeto a contratación y no el
propio ser humano. Por este motivo, toman realce las condiciones laborales, las
cuales, deben ser suficientes para el desempeño de la actividad, sin poner en
riesgo la salud del trabajador, ni afectar su tiempo de reposición, así como
darle certeza a la relación laboral y las prestaciones derivadas de la misma
(Ochoa y Torres, 2019).
En este sentido, de acuerdo con el
artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, “Toda persona
tiene derecho al trabajo, a la libre elección de este, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo”.
Enunciado que, a más de setenta años de su pronunciamiento continúa vigente,
aunque posee un carácter positivo más que normativo en el mercado laboral
contemporáneo.
Por
otra parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 1999), considera
que cada país y sus respectivos gobiernos tienen que crear las condiciones para
la prevalencia de trabajos decentes; esto es, existencia de empleos suficientes
(posibilidades de trabajar), remuneración monetaria y en especie satisfactoria,
seguridad en el trabajo y condiciones laborales salubres.
Si bien las recomendaciones de organismos
internacionales sobre las condiciones y relaciones laborales recaen sobre
garantizar la seguridad, la dignidad, el respeto, y la equidad de los
trabajadores, estos preceptos no se cumplen del todo, generando formas de
empleo y de organización del trabajo, que en gran medida son adversas para los
trabajadores.
En particular, la seguridad de ingresos y
la seguridad social son elementos esenciales, aun cuando dependan de la
capacidad y del nivel de desarrollo de cada economía. Estos dos componentes
tienden a reforzar las relaciones sociales de los trabajadores: los derechos
fundamentales del trabajo (libertad de sindicación y erradicación de la
discriminación laboral, del trabajo forzoso y del trabajo infantil) y el
diálogo social, en el que los trabajadores ejercen el derecho a exponer sus
opiniones, defender sus intereses y entablar negociaciones con los empleadores
y con las autoridades sobre los asuntos relacionados con la actividad laboral
(Ochoa, 2015).
El problema es que en México
mayoritariamente se crean empleos que pueden caracterizarse como precarios con
bajos salarios, prestaciones nulas y dentro de un creciente sector informal.
Como reporta Hernández (2016), para el periodo 2005-2015 se observó un ligero
aumento de la productividad laboral junto a una reducción de las
remuneraciones, indicador de que los empleos creados no pueden considerarse de
calidad (desde la perspectiva del trabajador). De acuerdo con este autor el
mercado laboral mexicano enfrenta dificultades para crear empleos de calidad y
no solo eso para crear empleos formales en general, aumentar los salarios reales
y contener el crecimiento de la flexi-precarización.
En la presente investigación, con datos
del segundo trimestre del 2019 tomados de la Encuesta Nacional de Ocupación y
Empleo (ENOE), se creó una variable compuesta para identificar si los trabajadores
de la Frontera Norte de México (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila,
Nuevo León y Tamaulipas) están ocupados en empleos considerados de calidad. Un
empleo de calidad se concibió como aquel que ofrece salarios superiores a un
nivel mínimo de bienestar y prestaciones laborales.
Por tanto, el objetivo central de la
investigación consiste en examinar los determinantes que inciden en la
probabilidad de tener un empleo de calidad. Se evaluó el rol de la escolaridad,
sexo, estado civil y experiencia de los trabajadores, así como el tamaño de la
unidad económica, tipo de localidad y sector de actividad económica. El
documento pretende contribuir con evidencia regional que pueda ayudar a los
tomadores de decisiones públicos en su tarea de elaborar estrategias y
políticas que impulsen la mejora de las oportunidades y condiciones laborales
de los trabajadores de la Frontera Norte de México (FNM).
Para tal fin, el documento se estructuró
de la siguiente forma, tras esta introducción se realiza una revisión de
literatura sobre empleos de calidad; en el tercer apartado se presentan los
datos y la metodología; en el cuarto apartado se describen los datos y exponen
resultados de los modelos probit. Finalmente, se reportan las conclusiones y
realizan algunas recomendaciones sobre la base de los hallazgos.
Concepto de empleo de calidad
Dado que los individuos pasan gran parte de
su tiempo trabajando y, por ende, una parte considerable de su vida la dedican
a su empleo, estudiar la situación en la cual se desempeñan laboralmente
constituye un elemento por demás importante, toda vez que, el ámbito laboral
está estrechamente ligado con la calidad de vida y el bienestar de las personas
(Ochoa y Torres, 2019). Por ello, un punto medular de la investigación radica
en revisar y definir el concepto de empleo de calidad, ya que, existen varias
opciones, pero en todas ellas destacan rasgos comunes. La literatura económica
dispone de algunas teorías que podrían acercarse al fenómeno de empleo de
calidad, como es el caso de los mercados laborales duales; sin embargo, no se
presenta el concepto de forma explícita (Posso, 2010).
Si bien la discusión en torno a la
conceptualización del empleo de calidad permanece vigente, este concepto ya se
había estudiado desde hace algunas décadas en la literatura económica por
autores tales como Seashore (1974), Freeman (1978), Rosenthal (1989) y
Gruenberg (1980), quienes iniciaron la discusión referente a satisfacción laboral
y trabajo de calidad.
Estas investigaciones pioneras pusieron de
manifiesto la preocupación por las condiciones de trabajo del personal ocupado,
así como las repercusiones del empleo en otros aspectos de la vida de los
trabajadores, más allá del salario. Desde entonces, las distintas definiciones
han establecido propuestas de índices de calidad en el empleo, considerando
aspectos objetivos y subjetivos de la ocupación, lo cual depende de la
disponibilidad de los datos y los objetivos de investigación.
Al respecto, Farné (2002, p. 22) considera
al empleo de calidad como “un conjunto de factores vinculados al trabajo que
son expresión de características objetivas, dictadas por la institucionalidad
laboral y por normas de aceptación universal, que influyen en el bienestar económico,
social, psíquico y de salud de los trabajadores”.
Por su parte, Carrasco (2002, p. 40)
explica que un empleo de calidad, “es aquel que combina la capacitación y las
habilidades del trabajador, que se desenvolviera en jornadas cuya duración permita
su recuperación y mejor rendimiento; que la remuneración permitiera seguridad
económica; que se otorgara beneficios de seguridad social; que posibilita el
desarrollo personal y profesional y que protegiera al trabajador de situaciones
inesperadas”.
En un sentido más amplio, Turian (2008, p.
1) menciona que para conceptualizar el término de empleo de calidad “se
tendrían que considerar variables como la productividad, las remuneraciones,
otros beneficios salariales, duración y tipo de contrato, seguridad social
(salud, pensiones y seguro de desempleo), horas de trabajo, condiciones de
trabajo (seguridad y salubridad), acceso a capacitación y reconversión laboral,
riesgos ocupacionales y participación del trabajador en el aumento de la
productividad”.
A nivel individual la medición de la
calidad puede recurrir a la percepción de los trabajadores sobre sus
condiciones laborales. Tal es el caso de Jones, Haslam y Haslam (2014), quienes
a través de los resultados de una encuesta ad hoc para conductores de
camión, indagan sobre las implicaciones de su trabajo para la salud y sus
impactos a largo plazo.
Es importante señalar que existen
diferencias en el empleo de calidad entre distintos grupos poblacionales
asociadas a sus respectivas características, tal y como lo señala Infante y
Vega-Centeno (2001). Al respecto, Hualde y Serrano (2005), consideran que el
salario, el contrato, el servicio médico y las horas trabajadas, son variables
clave para la medición de la calidad laboral de los asalariados. De igual
forma, Martínez y Velázquez (2011) retoman las variables y metodología
utilizada por Hualde y Serrano (2005), para determinar la calidad en el empleo
en la ciudad fronteriza de Juárez, estratificando los niveles de calidad en
precaria, baja, regular, buena y alta.
La OCDE (2016), define parámetros para
determinar el empleo de calidad, los cuales se basan en tres dimensiones:
calidad de las ganancias, seguridad laboral, y calidad del entorno laboral. Por
su parte la OIT (2021) y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable en su
meta ocho define el trabajo decente (calidad) como aquel que implica
oportunidades de trabajo productivo y que genere ingresos justos, seguridad en
el lugar de trabajo y protección social para las familias, mejores perspectivas
de desarrollo personal e integración social, libertad para que las personas
expresen sus inquietudes, se organicen y participen en las decisiones que
afectan a sus vidas e igualdad de oportunidades y de trato para todas las
mujeres y hombres.
En resumen, el concepto de empleo de
calidad posibilita el análisis y la comparativa en términos de mejora o
deterioro de las condiciones laborales, asimismo, la medición puede recurrir a
una valoración objetiva, en la cual se consideren las principales variables que
inciden en asegurar condiciones dignas de trabajo, o a una evaluación
subjetiva, en la cual se tome en cuenta la percepción de los trabajadores y su
satisfacción laboral.
Evidencias para América Latina y México
A partir de la década de 1980, el proceso
de liberación de los mercados mundiales y el cambio tecnológico en los procesos
productivos estimuló por parte de las empresas la búsqueda de menores costos de
producción y elevados niveles de productividad, lo que influyó en la búsqueda
de flexibilidad del empleo cuyo objetivo principal fue la reducción de costos
laborales. Estos procesos trajeron consigo una pérdida de empleos de calidad,
lo que provocó un incremento del sector informal y precariedad laboral (Ochoa y
Torres, 2019).
La preocupación al respecto por parte de
los investigadores latinoamericanos y mexicanos se ha visto reflejada en un
cúmulo de literatura que, desde hace veinte años ha tratado de formar consenso
respecto a la definición y medición de este fenómeno, pues han considerado que
la región de América Latina ha presentado una mayor exposición a trabajos
precarios y de baja calidad, situación propia de países en desarrollo.
Infante (1999) e Infante y Vega-Centeno
(2001) realizaron un trabajo para analizar la calidad del empleo en América
Latina (Brasil, Colombia, Chile y Perú) respecto a Estados Unidos de América;
los autores aseguran que desde el punto de vista del trabajador, la calidad del
empleo está vinculada con factores que incrementan su bienestar, tales como un
contrato de trabajo que les garantice estabilidad tanto del empleo como de las
remuneraciones, seguridad social (salud y pensiones), recreación, regulación de
las horas de trabajo, minimización de factores de riesgo, condiciones de
trabajo aceptables, características técnicas del mismo e independencia en la
toma de decisiones. La mencionada investigación concluye que, los problemas
estructurales, tales como, la privatización de empresas paraestatales, la
tercerización de la economía, la informalización del mercado de trabajo y la
feminización de la fuerza de trabajo, a los que se enfrentaron los países de
América Latina a partir de la década de los años ochenta, provocaron cambios en
la estructura del empleo que condujeron el deterioro de la calidad del empleo.
Por su parte Farné (2002) realizó un
estudio sobre empleos de calidad en Colombia, para tal efecto estimó un índice
de calidad de empleo que pondera cuatro variables: ingreso, modalidad de
contratación, afiliación a seguridad social y horario de trabajo. El autor
concluye que en dicho país los empleos que garantizan calidad del empleo son los
que se encuentran en la administración pública, el sector energético, servicios
financieros, seguros y servicios sociales.
Mac-Clure (2008) elaboró una investigación
para Chile, en la que analizó la calidad de los empleos por grupos de
ocupaciones y posición en la ocupación, así como la concentración de no calidad
en ciertos grupos, utilizó un índice que integra ingresos, contrato laboral,
seguridad social y jornada laboral como elementos esenciales para tener un
empleo de calidad, concluye que el grupo de asalariados es el que reúne un
mayor número de ocupaciones de baja calidad, sobre todo en aquellas
desempeñadas por individuos de baja calificación.
Ramos, Sehnbruch y Weller (2015)
reportaron que entre 1996-2007 para los siguientes países: Argentina, Bolivia,
Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú,
Uruguay y Venezuela, el principal condicionante de lo que puede considerarse un
empleo de buena calidad era el contrato de trabajo escrito formal, lo cual
guarda relación con el hecho de que las condiciones de trabajo que se
consideran constitutivas de un buen empleo tienden a estar prescritas por la
legislación laboral.
Arcos y Ferrada (2019) para tres regiones
del sur austral de Chile –Los Lagos, Aysén y Magallanes– entre 1990 y 2011,
usando indicadores sintéticos para medir la calidad del empleo que incluyeron
cuatro dimensiones: ingresos, seguridad social, jornada y contrato laboral, encontraron
que las condiciones eran significativamente diferentes entre las regiones y que
los indicadores no mejoraron sustancialmente con respecto al año inicial de su
muestra.
Maurizio (2020) se enfocó en analizar la
rotación laboral de los trabajadores independientes en seis países de la región
–Argentina, Brasil, Ecuador, México, Paraguay y Perú–, entre 2003 y 2015.
comprobando que los trabajadores autónomos registran niveles de inestabilidad
laboral intermedios. A su vez, cuando abandonan la ocupación independiente
inicial transitan mayormente hacia otra ocupación independiente, la inactividad
o la informalidad. Por lo tanto, se evidencian tránsitos intensos entre el
empleo no asalariado, la informalidad y la inactividad. Ello tiene como
consecuencia bajas remuneraciones promedio, elevada inestabilidad de ingresos,
falta de protección social y la dificultad de contar con una jubilación de base
contributiva.
Hualde y Serrano (2005) realizaron un
análisis comparativo de la calidad del empleo entre los empleados asalariados
con estudios de educación superior en Tijuana y la zona metropolitana de
Monterrey, elaboraron un indicador que englobó cinco variables las cuales los
autores consideraron esenciales para tener un empleo de calidad como lo son, trabajo
asalariado, contrato de trabajo escrito, prestaciones de ley (servicio médico),
horas trabajadas e ingresos. Sus resultados mostraron que contar con estudios
superiores genera una ventaja en el empleo respecto a quienes no cuentan con
este grado en Tijuana.
Por su parte Turian (2008) realizó para
México un índice de calidad del empleo para las 32 entidades federativas,
incluyó indicadores relacionados con la medición de subempleo y porcentaje de
la población ocupada en actividades agropecuarias, mediante un análisis de
componentes principales logró ponderar sin subjetividad cada una de las
variables que influyen en la calidad. Sus resultados mostraron que las
entidades con baja calidad del empleo son las que se encuentran en la región
sur del país.
Rodríguez-Oreggia y Silva (2009)
realizaron un índice de condiciones laborales para los estados de México en el
año 2004, las dimensiones del estudio fueron situación de igualdad (por género
y de ingreso), trabajo cubierto por la seguridad social y premios salariales
por educación, los autores comprobaron que la región norte del país cuenta con
mejores prestaciones laborales.
Mendoza (2010) analizó los factores que
han impactado el mercado de trabajo y el empleo en los estados de la FNM y las
principales ciudades de esa región, encontró que las tasas de desempleo abierto
en la FNM han sido menores a las de otras regiones, aunque existe presión por
incorporar la creciente población económicamente activa.
Por su parte, Martínez y Velázquez (2011)
realizaron una valoración de la calidad en el empleo de los trabajadores en
Ciudad Juárez, a partir de su condición migratoria; los resultados mostraron
que, más del 80% de los trabajadores migrantes de menor antigüedad, tienen un
empleo de buena calidad mientras los migrantes de mayor antigüedad y residentes
exhiben una calidad en el empleo alta.
Gaxiola (2013) estudió la precarización
laboral de los trabajadores asalariados no agropecuarios en el año 2010 de las
tres principales ciudades mexicanas: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
Encontró que las ciudades analizadas exponen mercados de trabajo diferenciados
con una presencia relevante de la precariedad en la estructura laboral.
Identificó que la precariedad laboral se encontraba fuertemente arraigada en la
Ciudad de México y Guadalajara, por el contrario, en Monterrey la presencia de
la precariedad era menor, lo que atribuye a que este núcleo urbano tiene un
mayor número de trabajadores en el sector industrial.
Mejía de León et al. (2016)
estudiaron las variables que más influyen en la precarización y calidad del
empleo en empresas subcontratantes del ramo automotriz del suroeste de
Coahuila. Sus resultados mostraron que hay falta de calidad y precariedad del
empleo, sobresaliendo el indicador de trabajo sin contrato escrito y las bajas
remuneraciones que perciben.
Hernández (2016) construyó un índice de
calidad laboral compuesto de ocho dimensiones, cuyo diseño se basó en la
sinonimia analítico-operacional de las propuestas de calidad laboral, trabajo
decente, (in) seguridad y precariedad laboral. Sus resultados mostraron que los
trabajadores asalariados registraron durante el periodo 2006-2013 un deterioro
estadísticamente significativo en su situación laboral, debido a pérdidas sensibles
en sus ingresos laborales, plan de retiro y sindicalización.
Rubio (2017) analizó la relación entre la
sindicalización y la precariedad laboral utilizando datos de la ENOE e
información de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social del 2005 al 2014.
Halló que a pesar de que los sindicatos han perdido fuerza y representación en
México, los trabajadores afiliados tienen menor grado de precariedad que
quienes no forman parte de ellos; cuentan con contratos más estables, sus
condiciones salariales son mejores, tienen acceso a servicios de salud por
motivos de su relación laboral y otras prestaciones. Además, la precariedad
laboral de las mujeres sindicalizadas es menor que la de los hombres.
Flores-Payán y Salas-Durazo (2018) se
enfocaron en estudiar la calidad del empleo en adultos mayores en México, como
era de esperarse encontraron que este grupo etario labora en empleos de mala
calidad o precarios ya que no disponen de acceso a servicios de salud y en
general tiene pocas o nulas prestaciones. Para su trabajo construyeron un
índice de calidad del empleo que consideró: 1) características de la
remuneración, 2) estabilidad laboral, 3) prestaciones a corto plazo y 4)
prestaciones a largo plazo. La información que usaron correspondió al periodo
2005-2016 y fue obtenida de la ENOE.
Salas-Durazo (2018) estudió la calidad del
empleo en México usando para ello datos de personas nacidas en 1981
contrastando personas con educación superior y personas con educación básica.
Calculó un índice multidimensional basado en conjuntos de lógica difusa
utilizando los microdatos de la ENOE en el periodo 2005-2016. Como principal
resultado encontró que la calidad del empleo aumentó únicamente a lo largo del
periodo de análisis para el grupo con educación superior particularmente para
las mujeres.
González y Uribe (2018) elaboraron un
índice de precariedad del empleo en Morelia, utilizando el modelo propuesto por
Rubio (2010). Este modelo analizó por separado las dimensiones de temporalidad,
insuficiencia salarial y desprotección laboral, siendo la fuente de información
la ENOE del 2005 al 2017. El índice de precariedad resultante para Morelia fue
de 33% promedio, menor que el de Michoacán (52%) y México (38%). No obstante,
los autores advirtieron de una tendencia creciente del índice para Morelia, lo
que muestra un paulatino deterioro de la calidad del empleo.
Pérez y Ceballos (2019) utilizaron datos
de la ENOE del 2005 y 2015 para demostrar mediante un modelo ordinal
generalizado y un índice de calidad en el empleo propuesto por Román (2013),
que las condiciones de trabajo se han precarizado en México. Demostraron que
existe una mayor proporción de trabajadores que experimentan una disminución en
el salario, una disminución en las prestaciones laborales y un aumento en las
jornadas de trabajo, sin importar el sector productivo donde laboren, el tamaño
de empresa, la edad, sexo, estado civil y el grado educativo.
En general, la mayor parte de trabajos
revisados para el caso mexicano encuentran que lejos de tener empleo de calidad
lo que se tiene son empleos precarizados que ha conducido hacia una mayor
pobreza (revisar también Martínez-Licerio, Marroquín-Arreola y Ríos Bolívar,
2019).
El último trabajo revisado fue el de
Varela (2021), quien utilizó un panel de efectos fijos transversales por
entidad federativa en México para el periodo 2005-2019 con el fin de demostrar
que el sector terciario de la economía y en menor medida el sector secundario
contribuye a reducir la precariedad laboral en contraste con el sector
primario. Entre sus principales resultados, encontró que la disminución de la
tasa desocupación, no impactó favorablemente en una menor tasa de condiciones
críticas de ocupación. Este artículo
exhibe que, en particular, entre 2016 y 2019 se observó un incremento de la
tasa de condiciones críticas de ocupación a nivel nacional, lo que refleja una
importante problemática del mercado laboral nacional.
De esta manera, la revisión de la
literatura empírica para América Latina y México enseña que, la medición de la
calidad en el empleo y sus determinantes es un referente para analizar el
mejoramiento o deterioro de las condiciones laborales, y a partir de ello,
emprender acciones de política laboral en pro del bienestar de los trabajadores.
La revisión de la literatura también permitió operacionalizar con los datos
disponibles para el caso de la FNM una variable compuesta que dé cuenta del
empleo de calidad, así como indagar sobre sus principales factores
explicativos. Finalmente, tras la revisión realizada en bases de datos
académicas confiables, no pudo encontrarse una propuesta similar a la que se
presenta aquí para el caso de la FNM, por lo que este reporte resulta original
y como se leerá, de ayuda para quienes tienen como finalidad el usar recursos
públicos para crear condiciones de bienestar y satisfacción con el trabajo (recientemente
Torres, Ochoa y Fernández, 2021, presentaron un trabajo similar comparando las
regiones mexicanas).
Se utilizaron datos de la ENOE para el año
2019 (segundo trimestre), considerando a la población en edad de trabajar, es
decir, individuos cuya edad se encuentra entre los 15 y 65 años. Se obtuvo
información de la FNM, en particular de las seis entidades que la integran:
Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
Con la información disponible se siguieron
dos pasos, durante el primero se construyó una variable compuesta dicotómica
para medir la calidad del empleo que incluyó el salario y las prestaciones de
los trabajadores. Como segundo paso se elaboraron seis modelos probit (uno por
cada entidad de la FNM) en los cuales la variable dependiente era la calidad
del empleo y las independientes un grupo de características socioeconómicas de
los trabajadores, tamaño de la unidad económica, tipo de localidad y sector de
actividad económica.
La variable de calidad en el empleo se
elaboró tomando en cuenta la revisión de la literatura, la cual señala que como
mínimo esta clase de indicador compuesto debe tomar en cuenta el ingreso
laboral y prestaciones de los trabajadores. Por tanto, en esta investigación la
calidad del empleo resultó en una variable binaria que es un vector de
interacciones entre salarios y prestaciones. El primer arreglo resultó de
codificar el salario de los ocupados subordinados, estableciendo valores
iguales a uno para aquellos individuos que reciban un salario por encima de la
línea de bienestar correspondiente a la canasta alimentaria más no alimentaria
del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(CONEVAL) para el promedio de los tres meses correspondientes al periodo de la
ENOE utilizada y cero en caso contrario. De igual forma, para la variable
“acceso a instituciones de salud y otras prestaciones”, se asignó un uno para
aquellos trabajadores que gozan de prestaciones y cero de no ser así.
Respecto a los modelos utilizados debe
considerarse que tratándose de una elección binaria se pretende estimar la probabilidad
de ocurrencia de un cierto evento, por lo tanto, la variable dependiente es
dicotómica. Dicha variable toma valores igual a uno si el evento ocurre (empleo
de calidad) y cero en caso contrario. En los modelos estimados el interés se
centró en la probabilidad de que un individuo tenga un trabajo de calidad, esto
es, que su salario esté por encima de la línea de pobreza por ingresos, y que
tenga acceso a instituciones de salud y otras prestaciones.
Los modelos estimados tienen la siguiente
forma general:
Donde y, es una variable binaria, f ( ),
es la función de probabilidad, y x, son cada una de las variables
independientes del modelo.
Las regresiones probabilísticas son
modelos de regresión no lineales, establecidos de manera particular para variables
dependientes binarias, en los cuales se modela la probabilidad de Y=1, forzando
a los valores estimados a oscilar entre 0 y 1 (Stock & Watson, 2012).
Por lo tanto, un modelo de respuesta
bivariada está constituido por (2). Ecuación que representa a la probabilidad
de respuesta (de acuerdo con Wooldridge, 2010):
Donde y representa a la variable
dependiente cualitativa, para esta investigación la calidad en el empleo,
mientras que, x representa a las variables independientes. Las variables
explicativas son: escolaridad (esc), sexo (sex), estado civil (ecivil),
experiencia (texpe), tamaño de unidad económica (tamue), tipo de localidad
(tloc), sector de construcción (rcons), manufacturas (rmanu), comercio (rcomer),
servicios (rservs) y otros (rotros). Se estimó un modelo para cada entidad
fronteriza. Estos modelos son de la forma:
G es una función que estrictamente
delimita los valores al intervalo de cero a uno, es decir: 0<G(z)<1, para
todos los reales denotados por z. De esta forma, se tiene certeza de que el
resultado (respuesta) de la estimación quede acotado al intervalo cero-uno.
Para asegurar que la probabilidad esté
entre estos valores, se han propuesto diversas funciones no lineales para G,
típicamente la logística y la distribución acumulada normal estándar. Esta
última para el caso del probit, en el cual se expresa como una integral de la
siguiente forma:
Donde Φ(z) es la densidad normal estándar.
En particular, el modelo probit planteado
para este caso adquiere la siguiente forma (Ochoa y Torres, 2019):
Donde “P (Y=1|…”, denota la probabilidad
condicionada de tener un empleo de calidad dado un conjunto de variables
independientes, por su parte FP es la función de distribución normal acumulada
asociada al modelo probit (Ochoa y Torres, 2019).
Las variables explicativas y la categoría
base de las variables independientes asociadas a la probabilidad del empleo de
calidad son: esc, representando la escolaridad de los individuos a
través de una variable continua, con valores de 0 a 24. La variable sex
toma los valores de 0 si el individuo es una mujer y 1 si es varón. El estado
civil (soltero o casado) se considera en la variable ecivil con valores
de 1 para casado y 0 para soltero. Si el individuo tiene experiencia laboral
(un año o más), la variable texpe le asignará valor 1, de lo contrario
tendrá un valor 0 para esta variable. La variable tamue desagrega el
tamaño del establecimiento en que labora el trabajador en grande (1), y para
tamaño micro, pequeño y mediano (0). En el caso de que el lugar de residencia
del trabajador sea urbano la variable tloc toma el valor de 1 y si es
rural la variable toma el valor de 0. La rama de actividad económica en la cual
se desempeña el trabajador está representada por las variables, rcons, rmanu,
rcomer, rservs, rotros, correspondientes a construcción,
manufactura, comercio, servicios y otros, respectivamente; la variable de
referencia en este caso es el sector agropecuario.
Resultados
Análisis
exploratorio
La figura 1 muestra el porcentaje de empleos de
calidad en la FNM, se observa que el 66.98% de los empleos no pueden
considerarse de calidad, mientras que únicamente el 33.02% son de calidad. Es
decir, dos terceras partes del empleo carecen del atributo calidad mínima que
se ha definido en esta investigación. En la tabla 1 se presenta la calidad del
empleo por género. El 69.7% son hombres y el 30.2% mujeres, mientras que para
el grupo que cuenta con un empleo de no calidad el 55.6% son hombres y el 44.3%
mujeres.
Fuente: elaboración propia con datos
de la ENOE-INEGI.
Figura 1: Calidad en el empleo en la FNM, 2019
Tabla 1
Tipos de empleo por género en la FNM, 2019
Género |
Calidad |
% |
No calidad |
% |
Hombres |
1,499,199 |
69.77 |
2,425,059 |
55.63 |
Mujeres |
649,542 |
30.23 |
1,934,376 |
44.37 |
Total |
2,148,741 |
100 |
4,359,435 |
100 |
Fuente: elaboración propia con datos
de la ENOE-INEGI.
La tabla 2 muestra el salario promedio
mensual por género para trabajadores con empleos de calidad y no calidad.
Existe una diferencia salarial de más del 50% entre un empleo de calidad
respecto a uno de no calidad. En ambos casos los beneficiados con un salario
mayor son los hombres (respecto a la discriminación salarial por género en la
FNM revisar Castro, Huesca y Zamarrón, 2015).
Tabla 2
Salario promedio mensual por tipo de empleo en la FNM, 2019*
Género |
No calidad |
Calidad |
Hombres |
3,333.39 |
7,204.84 |
Desviación estándar |
3,779.99 |
4,443.81 |
Mujeres |
2,037.38 |
5,688.35 |
Desviación estándar |
2,160.98 |
2,650.48 |
* pesos nominales.
Fuente: elaboración propia con datos
de la ENOE-INEGI.
Ahora bien, en la tabla 3 se presenta la
cantidad de horas promedio trabajadas a la semana en empleos de calidad-no
calidad y el porcentaje que cuenta con servicio médico. Respecto a las horas trabajadas,
los hombres en empleos de calidad tienen ligeramente un mayor promedio,
mientras que en el caso de las mujeres el promedio trabajado a la semana en
empleos de calidad es notoriamente mayor. En cuanto a tener servicio médico, se
encontró que el 100% de los hombres y las mujeres que se clasificaron en
empleos de calidad contaban con dicha prestación.
Tabla 3
Condiciones laborales por tipo de empleo en la FNM, 2019
Género |
Promedio de horas
trabajadas a la semana |
|
Calidad |
No calidad |
|
Hombres |
46.9491 |
45.7146 |
Mujeres |
44.3976 |
34.7142 |
|
Con servicio médico |
|
Hombres |
100% |
27.82% |
Mujeres |
100% |
27.77% |
Fuente: elaboración propia con datos
de la ENOE-INEGI.
La descripción de una parte de la base de
datos permite obtener un panorama general de lo que aquí se denomina empleo de
calidad en la FNM, para profundizar en el análisis, en el siguiente apartado se
exhiben los resultados de los seis modelos probabilísticos estimados, con el
objetivo de identificar los determinantes del empleo de calidad en cada una de
las entidades que integran la región objeto de estudio.
Resultados de los modelos probabilísticos
Teniendo en cuenta que, en los modelos de
elección discreta el signo del coeficiente es el mismo que el del efecto
marginal, es decir, la dirección del efecto de x_j sobre E(y^* |x) (Wooldridge,
2010; Cameron y Trivedi, 2005), la exposición se limita a la interpretación de
los efectos marginales de las variables independientes sobre la dependiente
dicotómica, en este caso, el empleo de calidad.
Con este fin, en la tabla 4 se presentan
los resultados obtenidos en términos de los efectos marginales (dy/dx), y su
respectiva significancia estadística
Tabla 4
Efectos marginales de los modelos probabilísticos en la FNM,
2019
Variables |
Baja
California |
Sonora |
Chihuahua |
Coahuila |
Nuevo
León |
Tamaulipas |
esc |
0.80*** |
1.03*** |
1.38*** |
1.19*** |
-0.19*** |
1.47*** |
sex |
-1.46*** |
2.34*** |
-0.14 |
5.70*** |
3.83*** |
6.10*** |
ecivil |
-0.14* |
5.67*** |
5.39*** |
6.38*** |
2.04*** |
5.94*** |
texpe |
11.67*** |
23.38*** |
11.01*** |
11.22*** |
10.39*** |
15.88*** |
tamue |
27.12*** |
39.44*** |
42.78*** |
35.21*** |
21.01*** |
44.99*** |
tloc |
-9.17*** |
7.49*** |
22.00*** |
6.47*** |
0.97*** |
21.39*** |
rcons |
-17.07*** |
-2.71*** |
-3.02*** |
-14.84*** |
4.17*** |
6.70*** |
rmanu |
13.43*** |
17.88*** |
26.79*** |
17.88*** |
35.06*** |
34.23*** |
rcomer |
-2.52*** |
9.10*** |
21.06*** |
3.31*** |
14.77*** |
27.42*** |
rservs |
-5.29*** |
11.45*** |
21.25*** |
3.77*** |
13.13*** |
24.07*** |
rotros |
-10.45*** |
30.84*** |
28.30*** |
25.46*** |
16.75*** |
35.88*** |
# de obs. |
1,083,056 |
690,109 |
1,032,284 |
866,488 |
1,496,040 |
918,481 |
*P<0,10,
** p<0,05, ***p<0,01
Fuente: elaboración propia con datos
estimados
Para Baja California, en cuanto a la
escolaridad se encontró que, por cada año adicional de educación, aumenta la
probabilidad de tener un empleo de calidad en casi una unidad porcentual (0.8);
lo que pone de manifiesto la importancia del capital humano en las
posibilidades de obtención de un mejor empleo. En contraparte, existe una
relación negativa entre el sexo masculino y la variable dependiente; lo mismo
sucede con la unión conyugal, aunque el efecto en este último caso es mínimo.
Los trabajadores bajacalifornianos que
laboran en un establecimiento grande tienen un 27.12% de probabilidad de estar
colocados en un empleo de calidad, que aquellos quienes se desempeñan en
cualquier otro tamaño de unidad económica. Esta variable representa el mayor
efecto sobre la variable dependiente para los empleados de esta entidad.
Por su parte, un cambio discreto en la
variable experiencia laboral, es decir, pasar de cero experiencia a, por lo
menos un año (o más) de experiencia, incrementa la probabilidad de ocurrencia
de la variable dependiente en 11.67 %.
Residir en una localidad urbana, así como
laborar en el sector de la construcción, comercio, servicios u otros en Baja
California, guarda una relación negativa con la probabilidad de tener un empleo
de calidad, no así para la manufactura, cuyo efecto es positivo, encontrándose
que, los trabajadores manufactureros tienen alrededor de un 13.43% mayor de probabilidad
de estar colocados en un empleo de calidad, que aquellos que estén laborando en
otra actividad. Estos resultados ejemplifican la vocación productiva regional
del estado.
En caso del estado de Sonora, respecto a
la variable educación, se observa una relación uno a uno, entre la escolaridad
y la probabilidad de tener un empleo de calidad, esto es, por cada año más de
educación formal, aumenta en una unidad porcentual la probabilidad de tener un
empleo de calidad. En cuanto al sexo, los hombres tienen mayores posibilidades
que las mujeres de obtener un empleo de calidad, de igual forma, los individuos
casados tienen un 5.67% de probabilidad de tener un mejor empleo que quienes se
encuentran solteros.
Al igual que en el caso de Baja California
el tamaño de la unidad económica y en particular que sea un establecimiento
grande ofrece la mayor probabilidad de que se tenga un empleo de calidad. Mientras,
la experiencia es la segunda variable en orden de importancia (magnitud) para
el empleo de calidad en esta entidad, puesto que, contar con experiencia
laboral redunda en un 23.38% de probabilidad de tener un mejor empleo, que
quienes reportan nula experiencia.
Asimismo, existe una relación positiva
entre laborar en la manufactura, comercio, servicios y otros sectores y la
probabilidad de tener un empleo de calidad; caso contrario ocurre con la
construcción. En Sonora laborar en una localidad urbana implica un 7.49% de
probabilidad de que se tenga un empleo de calidad.
En Chihuahua, para la educación, se
encontró una relación positiva entre los años de estudio y la probabilidad de
tener un empleo de calidad, mientras que, para el sexo, la relación es negativa
para los varones, aunque el efecto no fue estadísticamente significativo. Como
en el caso de Baja California y Sonora, el tamaño de la unidad económica es la
variable con los mayores efectos marginales positivos para tener un empleo de
calidad, pues trabajar en un establecimiento grande representa 42.8% de
posibilidades de tener un mejor empleo, respecto a quienes laboran en empresas
de menor tamaño.
Estar casado, tener experiencia laboral y
residir en una localidad urbana, está asociado positivamente con la
probabilidad de estar ocupado en un trabajo de calidad, de igual forma, laborar
en la manufactura, actividades comerciales, de servicios u otros, mientras que,
lo contrario ocurre para el caso de la construcción.
En Coahuila, se obtuvo que el incremento
de un año adicional de educación aumenta la probabilidad de tener un empleo de
calidad en 1.19%. Por su parte, ser varón y estar casado, genera mayores
probabilidades de ocurrencia de tener un empleo de calidad, siendo este valor
de alrededor del 6%. Respecto al tamaño de la unidad económica, esta es también
la variable de mayor efecto positivo en la probabilidad de empleo de calidad.
Laborar en un establecimiento grande está asociado a un 35.21% de probabilidad
de tener un empleo de calidad, en detrimento de quienes están empleados en
unidades económicas micro, pequeñas o medianas.
Tener experiencia, residir en una
localidad urbana, estar empleado en la manufactura, comercio, servicios u
otros, mantiene una relación positiva y significativa con la probabilidad de
tener un empleo de calidad, mientras que la relación se muestra negativa para
el empleo en el sector de la construcción.
En Nuevo León, salvo la escolaridad, todas
las variables tuvieron una relación positiva, con la probabilidad de tener un
empleo de calidad. La variable de mayor impacto en la probabilidad de
ocurrencia de la variable dependiente es el trabajar en el sector
manufacturero, lo cual, está relacionado con un 35.06% de probabilidades de
tener un empleo de calidad.
En la última columna están los resultados
para Tamaulipas, en este estado, todos los efectos marginales sobre la variable
dependiente se observaron positivos y significativos. Destacan, por su
magnitud, el tamaño del establecimiento, otros sectores de actividad (recordar
que este estado tiene una fuerte presencia de actividad petrolera) y el trabajo
manufacturero.
Como se revisó en este documento, a pesar
de que no existe una definición universal de empleo de calidad, los organismos
internacionales y las investigaciones sobre el tema han determinado condiciones
mínimas para que se pueda considerar que un trabajador cuenta con un empleo de
calidad, a partir de los ingresos que percibe, seguridad social, contrato de
trabajo, jornada laboral, prestaciones de ley, entre otras.
Bajo este orden de ideas, en el presente
trabajo de investigación se construyó una variable compuesta dicotómica para
determinar el empleo de calidad tomando en cuenta que dicha calidad se logra si
en el empleo se tiene un salario por encima del promedio de la línea de
bienestar y goza de servicio médico y otras prestaciones. El objetivo principal
del documento consistió en caracterizar el empleo de calidad en las entidades
de la FNM y conocer cuáles son las variables que determinan que un individuo
cuente o no con un empleo de calidad.
Los resultados mostraron que en cinco de
los seis estados analizados la variable más importante para obtener un empleo
de calidad fue el tamaño de empresa; esto es, trabajar en una empresa grande
incrementa la probabilidad de tener un empleo de calidad. También como en otros
estudios revisados, en este la escolaridad juega un papel crucial ya que en
cinco de seis estados la probabilidad de tener un empleo de calidad aumenta con
un mayor grado de escolaridad. La desigualdad de género se verificó en este
estudio, ya que en cuatro de seis entidades la probabilidad de tener un empleo
de calidad es mayor si se es varón. En cuanto a experiencia del trabajador se
verificó que en todas las entidades el tener conocimientos previos aumenta la
probabilidad de tener un empleo de calidad. De particular importancia fue
encontrar que trabajar en el sector manufacturero en las seis entidades de la
FNM aumenta las probabilidades de tener un empleo de calidad, ya que como han
puesto en evidencia Revilla, García-Andrés y Sánchez-Juárez (2015),
Sánchez-Juárez y Moreno-Brid (2016) y Loría et al. (2019), las manufacturas son
un sector clave para generar crecimiento económico y empleo.
A pesar de las limitaciones temporales del
estudio, se considera que con estos hallazgos se puede insistir, primero, en la
necesidad de elaborar una política de desarrollo regional en México,
reconociendo la dinámica exportadora y vocación manufacturera de la FNM. En
segundo lugar, que es necesario implementar una política de desarrollo
productivo o política industrial activa que detone las capacidades locales e
incentive la creación de un núcleo endógeno de causalidad acumulativa. En
tercer lugar, deben enfatizarse las diferencias en los incentivos que los
gobiernos de los estados de la FNM y el federal deben otorgar por tamaño de
empresa, se considera primordial y urgente crear un mayor número de grandes
empresas, particularmente de propiedad nacional, ya que esta será sin duda una
de las principales estrategias para crear empleos de calidad en la región. En
cuarto lugar, debe mejorarse el sistema educativo regional para que más
personas ingresen y terminen sus estudios técnicos y superiores con la mayor
calidad posible, priorizando una educación vinculada al fortalecimiento de la
planta productiva. En quinto lugar, debe crearse un sistema regional de
ciencia, tecnología e innovación de cara a la cuarta revolución industrial y
sus implicaciones para el mundo del trabajo. Nada nuevo bajo el sol, estas
recomendaciones solo apuntan a dinamizar la región y para ello se ocupa del
compromiso de todos los agentes económicos liderados por el Estado con una
visión de largo plazo y la voluntad de hacer a un lado la simulación que ha
evitado alcanzar el desarrollo de la FNM (para recomendaciones adicionales a
las enunciadas para impulsar el empleo de calidad, leer a Samaniego, 2018).
Arcos, A. & Ferrada, L. (2019).
Calidad del empleo en la zona sur Austral de Chile. Economía Institucional,
21(41), 213-234. https://doi.org/10.18601/01245996.v21n41.09
Cameron, A. & Trivedi, P. (2005).
Microeconometrics: methods and applications. New York: Cambridge University Press.
Carrasco, A. (2002). La calidad del
empleo en el marco de la institucionalidad colombiana. Cuadernos de Trabajo,
3, 27-41.
Castro, D., Huesca, L. &
Zamarrón, N. (2015). Discriminación salarial por género, en la industria
manufacturera de la frontera norte de México, en el periodo 2005-2011. Nóesis.
Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, 24(47), 51-80.
http://dx.doi.org/10.20983/noesis.2015.1.2
Farné, S. (2002). Estudio sobre la
calidad del empleo en Colombia. https://www.uexternado.edu.co/wp-content/uploads/2017/01/cuaderno_3.pdf
Flores-Payán, L. & Salas-Durazo,
I. (2018). Calidad del empleo en grupos socialmente vulnerables en México. El
caso de los adultos mayores. Economía, Sociedad y Territorio, 18(56),
1-33. https://doi.org/10.22136/est01066
Freeman, L. (1978). Centrality in
social networks conceptual clarification. Social Networks, 1(3), 215-239. https://doi.org/10.1016/0378-8733(78)90021-7
Gaxiola, S. (2013). Análisis
comparativo de la precariedad laboral en las tres principales metrópolis mexicanas
para el 2010. Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y
Reflexión, 21(1), 131-146.
González, A. & Uribe, J. (2018).
Precarización del empleo en Morelia, Michoacán, México. Revista CIMEXUS, 13(1), 31-50.
Gruenberg, B. (1980). The happy
worker: An analysis of educational and occupational differences in determinants
of job satisfaction. American Journal of Sociology, 86(2), 247-271.
Hernández, E. (2016). Tendencias
recientes del mercado laboral (2005-2015). Revista de Economía Mexicana.
Anuario UNAM, 1, 87-139.
Hernández, J. (2016). La calidad
laboral en México, 2006 y 2013. Trabajo, 9(13), 77-107.
Hualde, A. & Serrano, A. (2005).
La calidad del empleo de asalariados con educación superior en Tijuana y
Monterrey. Un análisis cuantitativo. Revista Mexicana de Investigación
Educativa, 10(25), 345-374
Infante, R. (1999). La calidad del
empleo: la experiencia de los países latinoamericanos y de los Estados Unidos.
Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe.
Infante, R. & Vega-Centeno, M.
(2001). La calidad del empleo: lecciones y tareas. Economía, 24(48), 179-236.
Jones, W., Haslam, R. & Haslam,
C. (2014). Measuring job quality: A study with bus drivers. Applied Ergonomics, 45(6), 1641-1648.
https://doi.org/10.1016/j.apergo.2014.05.015
Loría, E., Moreno-Brid, J. Salas, E
& Sánchez-Juárez, I. (2019). Explicación kaldoriana del bajo crecimiento
económico en México. Problemas del Desarrollo, 50(196), 3-26.
https://doi.org/10.22201/iiec.20078951e.2019.196.63506
Mac-Clure, O. (2008). Calidad de
los empleos según grupos ocupacionales. Chile: Gobierno de Chile.
Martínez, G. & Velázquez, S.
(2011). Calidad en el empleo y migración en Ciudad Juárez. En L. Ampudia &
L. Gutiérrez. (Coords.), Mercado laboral, población y desarrollo estudios
sobre Ciudad Juárez (pp. 37-58). México: Universidad Autónoma de Ciudad
Juárez.
Martínez-Licerio, K.,
Marroquín-Arreola, J. & Ríos Bolívar, H. (2019). Precarización laboral y
pobreza en México. Análisis Económico, 34(86), 113-131.
https://doi.org/10.24275/uam/azc/dcsh/ae/2019v34n86/Martinez
Maurizio, R. (2020). Rotación
ocupacional y calidad del empleo. El caso de los trabajadores independientes en
América Latina. Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales,
60(230), 27-58.
Mejía de León, Y., Vásquez, R.,
Rodríguez, B. & Martínez, J. (2016). La subcontratación en la región sureste
de Coahuila, México: la calidad de los empleos y la precarización laboral en la
industria automotriz. Revista Internacional Administración & Finanzas,
9(4), 79-94.
Mendoza, E. (2010). El mercado
laboral en la frontera norte de México: estructura y políticas de empleo. Estudios Fronterizos, 11(21), 9-42. https://doi.org/10.21670/ref.2010.21.a01
OCDE (2016). How good is your job?
Measuring and assessing job quality.
https://www.oecd.org/sdd/labour-stats/Job-quality-OECD.pdf
Ochoa, G. (2015). Cambio tecnológico
y capital humano en el mercado laboral en la frontera norte de México (Tesis
doctoral, Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo). http://ciad.repositorioinstitucional.mx/jspui/handle/1006/137
Ochoa, G. & Torres, A. (2019). Trabajo
decente y calidad del empleo en los estados de la frontera norte de México.
Primer Congreso Nacional de Fenómenos Económicos Actuales, México.
OIT (1999). Trabajo decente.
Memoria del director general en la 87.ª reunión de la Conferencia Internacional
del Trabajo. Ginebra.
OIT (2021). Decent work.
https://www.ilo.org/global/topics/decent-work/lang--en/index.htm
Perez, J. & Ceballos, I. (2019).
Dimensionando la precariedad laboral en México de 2005 a 2015, a través del
Modelo Logístico Ordinal Generalizado. Nóesis. Revista de Ciencias Sociales
y Humanidades, 28(55), 109-135. http://dx.doi.org/10.20983/noesis.2019.1.6
Posso, C. (2010). Calidad del empleo
y segmentación laboral: un análisis para el mercado laboral colombiano
2001-2006. Revista Desarrollo y Sociedad, 65, 191-234.
Ramos, J. Sehnbruch, K. & Weller,
J. (2015). Calidad del empleo en América Latina. Teoría y datos empíricos. Revista
Internacional del Trabajo, 134(2), 187-212.
https://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2015.00248.x
Revilla, D., García-Andrés, A. &
Sánchez-Juárez, I. (2015). Identification of key productive sectors in the
mexican economy. Expert Journal of Economics, 3(1), 22-39.
Rodríguez-Oreggia, E. & Silva, L.
(2009). Construcción de un índice de condiciones laborales por estados para
México. Gestión y Política Pública, 18(1), 149-178.
Román, Y. (2013). Impactos
sociodemográficos y económicos en la precariedad laboral de los jóvenes en
México. Región y Sociedad, 25(58), 165-202.
https://doi.org/10.22198/rys.2013.58.a127
Rosenthal, N. (1989). More than wages at issue in job quality debate. Monthly Labor Review, 112, 4-11.
Rubio, J. (2010). Precariedad laboral
en México. Una propuesta de medición integral. Revista Enfoques: Ciencia
Política y Administración Pública, 8(13), 77-87.
Rubio, J. (2017). Sindicalización y
precariedad laboral en México. Región y Sociedad, 29(68), 37-75.
https://doi.org/10.22198/rys.2017.68.a247
Salas-Durazo, I. (2018). Análisis de
las trayectorias laborales en México desde la perspectiva de la calidad del
empleo. Nova Scientia, 10(2), 576-604.
https://doi.org/10.21640/ns.v10i21.1477
Samaniego. N. (2018). El desafío
del empleo y los salarios. México: Conacyt, El Colegio de México y Foro
Consultivo, Científico y Tecnológico.
Sánchez-Juárez, I. & Moreno-Brid,
J. (2016). El reto del crecimiento económico en México: Industrias
manufactureras y política industrial. Finanzas y Política Económica,
8(2), 271-299. https://doi.org/10.14718/revfinanzpolitecon.2016.8.2.4
Seashore, S. (1974). Job
satisfaction as an indicator of the quality of employment. Social Indicators
Research, 1, 135-168.
Stock, J. & Watson, M. (2012). Introducción
a la econometría. Nueva York: Editorial Pearson.
Torres, A., Ochoa, G. &
Fernández, A. (2021). Calidad en el empleo: un análisis
para las regiones de México. En R. Esqueda y L. Rangel (Cords.), Desarrollo
regional en México: retos contemporáneos (pp. 37-50). Coahuila: Universidad
Autónoma Agraria Antonio Narro.
Tuirán, A. (2008). La calidad de
empleo en México. Revista Este País, 213.
Varela. R. (2021). Empleo precario y
actividad económica en las entidades federativas de México. Panorama Económico, 16(33), 185-205.
Wooldridge, J. (2010). Econometric analysis of cross
section and panel data. New York: MIT Press.
[1] Doctor en
economía; profesor e investigador; Facultad de Economía Internacional; Universidad
Autónoma de Chihuahua; economía aplicada, ajtorres@uach.mx. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2936-7485
[2] Doctora en
economía; profesora e investigadora; Facultad de Economía; Universidad Autónoma
de Chihuahua; economía aplicada, gochoa@uach.mx. https://orcid.org/0000-0003-1124-6607
[3] Doctorado
en estudios regionales; profesor e investigador; Laboratorio de Problemas
Estructurales de la Economía Mexicana; Universidad Autónoma de Ciudad Juárez; economía
aplicada, isaac.sanchez@uacj.mx. https://orcid.org/0000-0002-1975-5185
* Los
autores agradecen a los revisores y el trabajo editorial de la revista.